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Publicado originalmente en Sembrando Átomos

La sanación a través de las constelaciones familiares.

Hace más de quince años asistí por vez primera a un taller de Constelaciones Familiares, con bastante miedo, he de reconocerlo.

Había un miedo a lo desconocido, a que me “raptara una secta”, como había augurado mi madre. Pero también había otro temor, un temor que venía de un lugar más profundo, una intranquilidad y un desasosiego que, por una parte, hacía que pensara en huir y por otra me fortalecía para seguir allí.

Yo iba, en principio, porque tenía y quería “arreglar” los problemas con mi madre, sin embargo cada vez que alguien me elegía de “representante” para “encarnar” a algún familiar, me escogían para “representar” a un hijo en conflicto con “su padre”.

Y aquello, que en un principio me enfadó y me causaba confusión, estaba abriendo un mundo nuevo para mi, el mundo del inconsciente profundo, del Alma, como dice Bert Hellinger.

Después de varias sesiones comencé a darme cuenta que mis problemas psicológicos estaban tapando un dolor mucho más poderoso que las emociones y sentimientos que vivía en mi día a día.

Mis enfados, mis tristezas, mis frustraciones y depresiones, estaban a un nivel mucho más superficial que todo lo que se desveló en las sesiones de terapia.las constelaciones familiares.

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Las Constelaciones Familiares.

De las que ya se ha escrito muchísimo, tratan de algo que permanece escondido para nuestra mente consciente y que, gracias a su dinámica, aflora a la superficie para dotar de comprensión a esa parte oculta de nuestra vida psíquica.

Es por ello, que gracias a ellas descubrí, entre otras muchas cosas, que mi amor ciego hacia mi padre y a mi abuelo paterno me impedía tener un acercamiento a las mujeres de una forma sana, incluida mi madre.

Mas tarde averigüé que el éxito no lo digería por motivos sistémicos y que mi relación con el trabajo dependía muy mucho de mis creencias heredadas, de mi propia experiencia familiar y de la herencia sistémica, que era la que no me permitía avanzar profesionalmente.

Y finalmente hizo aparecer un secreto familiar escondido entre los pliegues de la moral y el dolor. Todo ello permitió que hoy pueda ser feliz con mi pareja y nuestro hijo y que me dedique a lo que amo. Pero el comienzo no fue sencillo…

¿Pensamiento sistémico, guiones de vida, psicogenealogía? ¿Órdenes del Amor?¿Movimientos del Alma?

Sinceramente, aquello no fue fácil de digerir en un primer momento. Incluso me pareció un planteamiento bastante “conservador y poco moderno”.

Aquello del “amor ciego” de los hijos hacia los padres que por pertenecer al sistema son capaces de hacerlo todo por ellos, y lo de incluir entre mis parientes a los abortos (no solo los míos, sino los de mi familia) y a los perpetradores y las víctimas de esta, sobrepasaba mis creencias del momento.

Y fue sólo viendo los cambios en mi vida cuando fui aceptando esta diferente realidad.Porque realmente esta terapia cambia profundamente a las personas.

Es como si los problemas repetidos en la vida, las enfermedades, los obstáculos casi perennes ante los que nos rebelamos o nos resignamos, tuvieran una explicación y la encontrásemos viendo una obra de teatro que se representa ante nuestros ojos, la de nuestra vida, claro está.

Pero contada por otro que no soy yo, que no es la que me repite mi mente. En Constelaciones la describe mi sistema familiar, la narra un recuerdo olvidado bajo el polvo del tiempo o la presenta en escena mi inconsciente revelado.

Y, de repente, esa pieza que faltaba para componer el puzzle de lo que soy yo, apareciera e iluminara mi ser.

Y comenzaran a desaparecer las alambradas que me paralizaban.

En esos instantes se produce (o puede producirse) un cambio de punto de vista sobre mi mi mismo y mis circunstancias. Y este nuevo conocimiento es el que nos abre las ventanas a una nueva comprensión del origen de nuestros impedimentos.

Entonces, el por qué (o un probable por qué) se presenta ante nuestros ojos, permitiendo que nuestra mirada cambie, y que lo que es comprensión se vaya transformando en aceptación. Aceptar que lo que pasó en el pasado no se puede modificar o que no podemos transgredir ciertas leyes que forman parte de quienes somos en lo más profundo, y también sistémico, de nuestro ser.

En una Constelación podemos ver el dolor de los demás o el nuestro propio, pero nunca podremos modificar lo que ocurrió y eso no es fácil de aceptar.

Esto es además incluyendo a las enfermedades graves y el destino de cada uno de nosotros. Aceptar que el síntoma se nos revela para que tiremos del hilo y encontremos un origen emocional o ancestral, que el cuerpo no es sino un camino de comprensión.

O duramente aceptar que nuestro destino es desaparecer y que eso si que no podemos cambiarlo, por mucho amor ciego que nos invada…

Constelaciones Familiares es una terapia puntual, breve, que no crea una dependiente relación entre el facilitador o terapeuta y el cliente.

Su duración no va más allá de los sesenta minutos en su modalidad grupal, algo más en sesión individual. Pero su efecto no es breve en el proceso. Nuestra mente, nuestro cuerpo necesita de un tiempo, el que sea necesario para cada uno de nosotros, para poder asimilar esa nueva información, para llegar a esa aceptación.

Principalmente para poder llegar a la compasión, en un estado posterior. Y esta es la acción poderosa de Constelaciones Familiares: Imágenes que sanan, comprensión que lleva a la compasión y de allí al verdadero Amor.

Hellinger, su creador, afirma que donde está la herida está la sanación y esto requiere de una acción, la acción de ir y mirar esta herida. Con todo el miedo del mundo, por supuesto.

Yo lo hice y comprendí que la verdadera tragedia es la de las personas que no actúan, y que la Vida está al lado de quienes deseamos tomar las riendas de nuestro destino.

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