No es fácil ser consultor sistémico en el mundo de la empresa y mucho menos en la España actual. Sin embargo, para Jan Jacob Stam, es un privilegio. Para mi también.
El pasado fin de semana pude asistir a la Masterclass que Cecilio Regojo y Jan Jacob Stam impartieron en Madrid. Ambos, con estilos diferentes, nos mostraron como ayudar a la empresa en su desarrollo. Y no solo esto, si no en aplicar nuestro trabajo en solucionar conflictos, tomar decisiones, entre otros muchos ejemplos. Estos fueron desde el conflicto personal del CEO o directivo, hasta su repercusión social, deteniéndose en la visión estratégica empresarial.
En un momento dado, se plantearon dos formas de trabajar: Regojo se decantó por una forma de trabajo enfocada a las configuraciones sistémicas en sí mismas como motor del cambio y Stam en la visión global y sistémica de la organización dentro de un marco social necesario para progresar hoy en día.
«Si no amas a las empresas no te dediques a este trabajo», llegó a afirmar el holandés.
Y amar algo significa aceptar su crecimiento, sus cambios o transformaciones por dolorosas que resulten para uno mismo. Por esto mismo la visión de Stam, que no rehuye el conflicto, es alentadora cuando menos.
Para entenderlo mejor: La forma de ver la empresa y sus múltiples relaciones desde un punto de vista sistémico parte de lo que Bert Hellinger descubrió y tituló Órdenes del Amor. Hellinger lo aplicó a las relaciones familiares y, posteriormente, se amplió al enfoque sistémico aplicado a las organizaciones.
Todos pertenecemos a múltiples sistemas y nosotros mismos somos un sistema que está compuesto de otros sistemas.
Inclusive las diferentes partes de nuestra personalidad pueden ser observadas como otro sistema relacional, siguiendo a Peter Bourquin y sus Constelaciones Intrapsíquicas.
Estas relaciones operan en torno a tres conciencias: la individual, la sistémica (familia, organizaciones, etc.) y la evolutiva. Las tres son mecanismos de supervivencia que trabajan en contra de las demás. Aún así son necesarias. En muchas ocasiones nuestra conciencia individual o familiar se opone a la propia evolución social en virtud de un sentido de conservación. Es decir, surge el conflicto de «a quién soy o tengo que ser fiel, a mis principios o a las nuevas ideas sociales que se van imponiendo…». En la empresa los conflictos son similares, especialmente en las empresas de origen familiar.
Para la conciencia individual el sentimiento de pertenencia es vital. Si embargo en el mundo empresarial pareciera que no sabemos o no queremos pertenecer. Y eso crea graves conflictos internos y en el entorno. Por ejemplo, si criticamos continuamente la forma de actuar de compañeros, jefes y enjuiciamos las decisiones de alto nivel, es señal de que nuestro sentido de pertenencia está dañado.
También en nuestra conciencia individual necesitamos saber cuál es nuestro lugar. Por ello el orden es necesario, como ya comenté en un escrito anterior. Si no sabemos cual es nuestro sitio corremos el riesgo de que nos echen del lugar donde nos encontramos, entre otras posibilidades. Y si no es así, conseguiremos, al menos, sentirnos excluidos. También, creando conflicto, existe la figura del rebelde, el que no gusta de ser dirigido y choca con el sistema de frente. Por ello, el «rebelde» es necesario para sacudir el sistema: Necesitamos desorden para continuar creciendo, afirma Stam.
Por ultimo a nivel individual, el principio de compensación es superlativo. Si una empresa no sabe como intercambiar con la sociedad está acabada, sentenció Stam en estas jornadas. Este equilibrio entre el dar y el recibir es fruto de nuestra libertad, elegimos qué tipo de intercambio queremos.
¿Cómo funciona la empresa dentro del pensamiento sistémico?
A diferencia de la conciencia individual, esta conciencia empresarial (o familiar) necesita repetir patrones. Es su forma de «mantenerse viva», su forma de «sobrevivir». Y por ende es la más estable.
Aquí dentro, los rebeldes se asimilan. Lo individual desaparece en beneficio de este sistema. Si no somos conscientes de que estamos dirigidos por estos sistemas estos nos engullen.
Por último, existe una fuerza poderosa, mayor que las anteriores, que va en dirección contraria a estas dos. De alguna forma metafórica es la Vida, es la Naturaleza. Algo que avanza y no se puede detener, las grandes crisis económicas, las guerras, las paces… Se trata siempre de algo nuevo que viene diciendo que desea espacio que quiere crecer y que los patrones antiguos, del pasado, no sirven, según Stam. Por eso choca y , al mismo tiempo, da vida a la conciencia empresarial. Recordemos que el conflicto es vida.
Quizá sea esto lo que estamos viviendo en esta época de incertidumbre. Los patrones antiguos se desmoronan y el futuro no tiene aún nombre. Estos choques pueden resultar dolorosos y pueden exigir soluciones dolorosas. Es por ello por lo que una mirada sistémica que vaya más allá de las soluciones a corto o medio plazo puede ser la vía para reencontrarnos con la organización en su esencia y que siga teniendo sentido para la sociedad.
Como escribí en el post anterior , la consultoría sistémica ofrece muchas posibilidades de ayuda al empresario. Y, asimismo, el consultor aporta un cambio necesario en la percepción de lo que da sentido a las organizaciones en nuestros días para proyectarlas hacia el futuro. Simon Sinek da una idea de esto en su libro del «círculo dorado«, La clave es el por qué. Quizá se trate de buscar la esencia que tuvo en sus comienzos, y de darle un nuevo significado que las entronque con el mundo actual. Así ganaremos todos.