De lo que tengo miedo es de tu miedo. William Shakespeare.
No es fácil identificar el miedo. Las personas lo llaman de otra forma. Por ejemplo, nervios, temor, incomodidad, expectación, ansiedad, estrés, entre otras. El corazón en la garganta, el estómago encogido, los pelos de de punta. Todas estas expresiones y palabras que usamos, es miedo o contienen miedo.
Yo creo que es la emoción que mas vivimos en estos días. Fue absolutamente necesario para nuestra supervivencia y hoy es igualmente imprescindible. Imagínate en un incendio o situación similar. El miedo es los que te salvaría posiblemente la vida. No la mente. No te veo dilucidando, cavilando, sopesando o reflexionando ante las llamas. No, esta emoción te haría correr o usar un extintor.
Porque para eso está “diseñado” el miedo, para huir o defendernos. La supervivencia más pura de la forma más primaria.
Y ¿qué sucede hoy? Recordemos que los mamuts ya no existen a nuestro lado. Y que los ataques de los enemigos, al menos en esta parte del mundo, ya no son cotidianos. Pero nuestro cerebro sigue generando los mismos neurotransmisores (hormonas) con lo que imaginamos o lo que es vivido. No encuentra la diferencia. Así que, ¿qué nos da más temor hoy? ¿Lo anticipatorio o lo real?
Lo imaginado a cada instante del día nos provoca miedo.
Lo que imaginamos que nos podría ocurrir… y que no está ocurriendo. Los medios de comunicación contribuyen de buena manera a ello ya que el miedo, además, es una buena forma de entretenimiento.
Los pensamientos que tenemos provocan miedo. Lo que piensas a cada instante está enviando un mensaje a tu cuerpo para que se prepare para correr o atacar.
Si te paras un momento a pensarlo, visualiza que haces tú con tu miedo. ¿Escapas o atacas cuando sientes miedo después de pensar en tu futuro, lo que aún no ha sucedido y temes que suceda?
Por ejemplo, el cortisol es una hormona que actúa como neurotransmisor en nuestro cerebro. Se considera por los científicos como la hormona del estrés y del insomnio. Nuestro cuerpo la produce ante situaciones de tensión para ayudarnos a enfrentarlas. Y el estrés es miedo en definitiva: Miedo a no llegar, a no cumplir, a no ser, a no poder… Altos niveles de cortisol derivados del estrés provocan diabetes, depresión, resistencia a la insulina, hipertensión y otras enfermedades autoinmunes.
La encuesta de un laboratorio farmacéutico revela que nueve de cada diez españoles (96%) han sentido estrés en el 2018. Cuatro de cada diez (42,1%), lo han hecho de manera frecuente o continuada, porcentaje que equivale a casi 12 millones y medio de españoles (12.413.000). Solamente un 4,0% declara no haber sentido estrés en el último año.
Siendo esto cierto, ¿no nos prevenimos ante el miedo? O , mejor dicho, ¿por qué no lo comunicamos? En realidad, preferimos decir “es que tengo estrés”, antes que admitir que tengo miedo.
No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor. Alejandro Dumas
Con la ansiedad, que ya comienza a ser otro de los problemas de este país, sucede algo similar. También es miedo. Me refiero a la ansiedad que proviene de la emoción, no del trauma. Un pavor que proviene asimismo del exceso de miedo no comunicado en su momento.
Parafraseando a Aristóteles podríamos decir que: “Atemorizarse es fácil, lo que no es fácil es dejar de atemorizarse por algo anticipatorio, con la dosis adecuada, en los momentos correctos y comunicándolo a las personas que nos pueden acoger”.
No nos permiten tener miedo desde niños y luego no sabemos qué hacer con ello. Nos da canguelo decir que tenemos miedo.
Y el exceso de miedo no comunicado provoca la parálisis, el pánico, la ansiedad.
Se ha encontrado que la sensación de miedo está mediada por la actuación de la hormona antidiurética (o «vasopresina») en la amígdala cerebral y que la del afecto lo está por la de la hormona oxitocina, también en la amígdala. Hasta ahora se sabía que la oxitocina, una hormona que surge del hipotálamo, tiene un efecto inhibidor del miedo. Ahora los avances científicos nos permiten saber que la oxitocina mantiene la sensación de miedo y permite al organismo actuar contra este sentimiento, pero sin hacer que el individuo se quede del todo inmóvil. Es decir, sin caer en la ansiedad.
Ya sabemos que nos puede dar una descarga de oxitocina. El contacto físico, la meditación, el ejercicio físico, llorar, entre otras, contribuyen a equilibrar este canguelo que parece que se ha enquistado entre nosotros.
También hay un miedo sistémico que imagino que será fácil de reconocer.
Ser diferente da pavor.
El síndrome de Solomon lo ilustra perfectamente. En este ejemplo de psicología social, el miedo a destacar, es algo que vivimos como seres humanos para ser aceptados. Por miedo a ser diferentes y quedar en evidencia.
El ánimo que piensa en lo que puede temer, empieza a temer en lo que puede pensar. Francisco de Quevedo
En España este temor a ser diferente también es sistémico. Quizá sea un ejemplo de esto el jamón. No conozco otro país donde se venere tanto a un alimento y sea “peligroso” decir algo en contra. No solo se cuelga en los bares a la vista del público para que se pueda degustar, sino que está casi prohibido decir que está sobrevalorado y que no lo comes.
El jamón atiende a una seña de identidad que proviene del momento cuando este país se cristianizó por la fuerza y el comulgar con otras religiones podía ser motivo de muerte. La famosa historia de los ortodoxos españoles.
La diferencia en España está muy mal vista e inspira un terror ancestral. El uniformar a la sociedad es algo clave para determinados estratos de poder y para ello se usa el miedo. En estos lares el gregarismo y la inacción están suficientemente inoculadas en sus habitantes.
O ¿piensas que no es así?
¿Cuántas veces has querido “ser” o “sentirte” diferente y te has paralizado por ello? ¿Cuántos mandatos has recibido en tu vida del tipo “es mejor no destacar”, “mejor que no te señalen”, “tu haz lo que hagan todos y tira para delante”?
Recuerda que tu vulnerabilidad y tu sensibilidad forman parte de ti y que por mucho que vivirlas y mostrarlas te de miedo, es lo que hoy te hace fuerte también.
Si quieres leer algo más sobre el miedo pincha aquí.
Me llega el miedo a destacar…es un aspecto muy importante en España en la que siempre hubo muchos emprendedores pero se habla poco de ellos y de nuestra maravillosa historia con sus luces y sus sombras.
Os recomiendo Imperifobia de Elvira Roco Barea
Muchas gracias por tu comentario e investigaré sobre el libro. ¿Conoces De la edad conflictiva, de Américo Castro?