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Los humanos dependemos, en todos los sentidos, de la ayuda de otros. Únicamente así podemos desarrollarnos. Al mismo tiempo, también dependemos de ayudar a otros. Quien no es necesario, quién no puede ayudar a otros, acaba solo y atrofiado. La ayuda, por tanto, no sólo sirve a los demás, también nos sirve a nosotros mismos. Bert Hellinger

Conozco las Constelaciones Familiares desde hace más de 20 años y puedo afirmar que:

«Las Constelaciones Familiares son una de las más potentes herramientas sanadoras que existen hoy en día».

Se detienen a observar las dinámicas familiares desde la perspectiva del Pensamiento Sistémico.

Estas dinámicas son esenciales para descubrir nudos o enredos sistémicos y encontrar recursos y soluciones rápidas. Se trata de poner luz a zonas invisibles de nuestra narrativa personal, que permanecen ocultos a los ojos de la mente racional o psicológica y que no nos permiten salir de las dificultades.

A mí me ayudó a salir de un “pozo” psicológico donde estaba metido, sin que supiera cómo remontar. Las imágenes de mis primeras constelaciones aún se han quedado grabadas en mi memoria y resuenan como una potente luz en mi camino vital.

Desde un punto de vista teórico y terapéutico, se trata de ver a la familia como un sistema, el primario para los humanos, y comprobar que lo que no fue resuelto en el pasado de nuestras familias, y la forma en la que sucedió, resulta determinante para nosotros y en las generaciones venideras.

Al no poder conocer estos hechos, ya que quedaron ocultos por diversos motivos -secretos familiares, dolor de perdidas, cuestiones políticas o bélicas-, nos quedamos sumergidos en el destino de nuestra trama familiar y no nos podemos liberar del pasado, a no ser que le pongamos luz.

Debido a estas situaciones, muchas de nuestras dificultades en las relaciones personales o laborales, los trastornos emocionales, mentales y somáticos actuales, pueden ser explicadas a través de estos hechos sucedidos en nuestra familia de origen y nuestros ancestros a través de esta terapia.

En mi caso, fue el hecho de descubrir un “secreto” familiar que había quedado enterrado desde décadas. Una información que se me había sido negada y que impedía que, entre otras, me pudiera conocer a mí mismo y tuviera relaciones sanas con los demás.

Ese “no saber” qué ocurrió en mi infancia y no sentirme aceptado, contribuyó a aumentar mi rabia y a crear comportamientos de autodestrucción.

Al meterme en un proceso de terapia apoyado por las Constelaciones Familiares, se fue desvelando, poco a poco, ese pasado oculto, un pasado traumático, que fui sanando y que ha contribuido a que hoy esté facilitando estos talleres y una formación para facilitadores.

¡Tan grande para mí es esta experiencia!

formacion en constelaciones familiares

Quedamos enredados en los destinos de personas que en nuestra familia se perdieron porque fueron olvidadas o excluidas de ella. Bert Hellinger

Principios de las Constelaciones Familiares.

Bert Hellinger, el creador de esta terapia, descubrió y popularizó las Leyes Sistémicas, unos Principios o patrones que, bajo su prisma, rigen a los sistemas. Estos son los que unen los sistemas familiares y organizacionales. También comprobó cómo estos sistemas pueden mantenerse en el tiempo gracias a unas dinámicas ocultas que la terapia saca a la luz.

En los sistemas familiares los Principios son estos:

  • El de la pertenencia (nadie puede estar excluido del sistema)
  • El del orden (el primero que llega al sistema tiene más derechos que el segundo)
  • El de la compensación, (el equilibrio entre el dar y el recibir en las relaciones humanas).

Básicamente estos tres marcan el ritmo y la melodía de las relaciones sistémicas. A mí me ayudan, hoy en día, a entender la vida, tal es su profundidad y filosofía.

Por otra parte, y derivado de esto, muchos de nuestros sentimientos, comportamientos y síntomas están vinculados a una especie de lealtad invisible que tenemos con miembros de nuestra familia; no son únicamente generados por nuestras vivencias personales, como solemos creer.

Las constelaciones dan luz sobre estas relaciones ocultas a la mente racional y proporcionan liberación alivio y paz a los participantes. Como en mi caso y en el de tantos otros, se trata de hacer visible lo invisible.

Viéndolo desde un punto de vista más amplio, una familia es un sistema que está formado por una energía que une a sus miembros. Esta energía que conecta a todos esos elementos es lo que llamamos sistema.

Cuando en un sistema familiar acontecen situaciones o hechos trágicamente dolorosos (violaciones, separaciones, fallecimientos, exclusiones, suicidios, parricidios, abortos, violencia doméstica, robos, guerras, entro otros), se produce un desequilibrio o desorden a nivel sistémico que, si no es reparado, puede llegar a manifestarse generacionalmente en forma de experiencias repetidas, idénticas o similares, como problemas de todo tipo: enfermedades, miedos, inseguridades, trastornos de personalidad, alteraciones de comportamiento, problemas económicos y laborales, dificultades comunicativas o relacionales.

Para ello existen las Constelaciones Familiares, para reparar ese dolor producido en el pasado. Esto es a lo que me dedico: a restablecer el equilibrio dentro del sistema, tanto en el intrapsíquico como en el relacional.

Y este es el acercamiento a las soluciones que ofrecen las Dinámicas Sistémicas a través de las Constelaciones Familiares cuando algo no está funcionando correctamente dentro del sistema: Se trata de una espacie de radiografía de lo que está sucediendo como problema y le busca la solución o los recursos para encontrarla.

Explicación de las Constelaciones Sistémicas.

Lo propio del ser humano es llevar una herida. Gracias a ella crecemos y maduramos; y, finalmente, hacemos que florezca.  Peter Bourquin

explicacion constelaciones sistemicas

Todos pertenecemos a varios sistemas en el momento presente y a lo largo de nuestra vida. Al vernos en este contexto podemos entendernos de una forma más clara y multidimensional. Así como solucionar los diferentes problemas que se nos presentan en los diferentes ámbitos de cada sistema.

Cuando hacemos Constelaciones Sistémicas para solucionar un tema familiar nos acercamos al terreno terapéutico, no así cuando trabajamos un tema de empresa.

Es decir, no toda Constelación Sistémica es una “terapia” ya que las organizaciones no lo necesitan, pero sí que es psicoterapéutico en el campo de la terapia personal, familiar, de pareja, etc.

La herramienta de las Constelaciones Sistémicas es una mirada al fondo del ser humano y su alma; una mirada hacia el éxito de las empresas y el alma de estas.

Es decir, se trata de algo que va más allá, más profundo que un método psicológico. Es una forma filosófica de ver y de vivir la vida y este cambio acaba de empezar.

Para comprender algo más sobre el Pensamiento Sistémico, puedes pinchar aquí.

Efectos positivos de las constelaciones familiares.

En este respecto son muchos y muy diferentes los efectos positivos y los beneficios derivados de hacer una, o varias, constelaciones. Como común denominador, diría que en las Constelaciones Familiares se produce un efecto de paz y de liberación.

Todos mis clientes, al final de una constelación, pronuncian una de estas palabras, si no las dos: “Me siento aliviado, me siento con más paz, como liberado de algo”.

¿Cómo se produce esto?  En la Constelación Familiar se siguen una serie de pasos que contribuyen a la sanación de la persona. Esos pasos o fases son las siguientes:

  • Poner luz sobre un tema que había quedado apartado en la historia familiar o en la narrativa del individuo. Por ejemplo, comprender o incluir elementos del sistema que habían quedado excluidos la persona que constela se siente en paz. Por ejemplo, viví el caso de una madre que quiso olvidar a un hijo muerto tempranamente. Dejo de nombrarle y de “existir” para ella, tanto era el dolo que tenia.
  • Al tener más comprensión del pasado, o incluso de qué fuerzas están moviendo internamente su vida, el cliente puede pasar a una siguiente fase que es la de la aceptación de que “aquello fue -o es- así y no se puede cambiar”. En el caso de esta madre, se dio cuenta allí mismo, haciendo la constelación, de que el comienzo de su enfermedad apareció después de la muerte del hijo. Hacia ya 30 años. Derivó un dolor oculto hacia su propio cuerpo.
  • Al entrar en la aceptación y dejar de poner el foco continuamente en el mismo lugar del pasado, podemos llegar a ser compasivos con los demás y con nosotros mismos. Esta mujer del caso, al darse cuenta de que no podía seguir así, se comenzó a cuidar y a poner al hijo en el lugar que le correspondía, en lugar de ocultarlo. Allí comenzó su cambio y su forma de relacionarse con la enfermedad desde otro lugar.
  • La compasión es un efecto del amor y el amor es lo que se descubre tras cada Constelación Familiar. Las personas que forman parte de nuestra vida hicieron lo que pudieron cuando les toca o actuar. Si lo hubieran podido hacer mejor o diferente, seguro que lo hubieran hecho.

efectos positivos constelaciones familiares

Al llegar a este punto, la mente descansa y deja de preguntarse “que por qué pasó lo que pasó” y comienza a incluir otros puntos de vida. Los puntos de vista de los demás, de los distintos elementos del sistema que no habían sido vividos o escuchados.

Al permitir entra otras posibilidades dejamos el pasado en el paso y comenzamos a vivir el presente de una forma mas ligera y en paz.

Así es como te ayudan las Constelaciones Familiares:

A aceptar que lo que sucedió y no se puede cambiar.

A que existieron cosas que no tuvimos en cuenta y que al incluirlas también se produce una aceptación liberadora.

Y a que, por amor a nuestras familias, llevamos cargas que no nos pertenecen y que devolverlas a su origen es sanador.

En este ultimo aspecto existe una visión para hacer constelaciones con el nombre. Yo llevo el nombre compuesto de mis dos abuelos y eso tienen sus aspectos positivos y negativos, porque existe un legado depositado en el nombre y en la terapia se pueden identificar y sanar.

¿Qué problemas podemos abordar con las Constelaciones Familiares?

La paz es mucho más que una toma de postura: es una auténtica revolución, un modo de vivir, un modo de habitar el planeta, un modo de ser persona. María Zambrano

problemas solucionar constelaciones familiares

En mi experiencia como facilitador, he comprobado que este trabajo es recomendable para cualquier persona que quiera acercarse a mirar un problema concreto de su vida o para aquellas personas que, después de un taller grupal, quieran realizar un proceso de acompañamiento con el objetivo de integrar mejor el trabajo realizado anteriormente.

También para las personas que tengan conflictos de todo tipo que incluya lo sistémico.

Y ¿Qué es lo sistémico?

Todo lo que incluya una relación, ya sea contigo mismo o con los demás, siempre dentro de un sistema. Yo estoy hecho de múltiples partes que están en relación: mis emociones, mi espiritualidad, mi mente, mis juicios, etc. Mirarlo desde la perspectiva sistémica es como un bisturí que corta para ver lo profundo.

Aquí te dejo un listado porque las Constelaciones Familiares sirven para cualquier persona que tenga:

  • Dificultades con las relaciones personales, laborales o familiares.
  • Problemas emocionales disfuncionales, de pareja (actual, ex-pareja, “nunca encuentro la adecuada”…)
  • Inconvenientes en la conducta de los hijos.
  • Dificultades u orientaciones sexuales.
  • Adopciones conflictivas.
  • Problemas con sus metas u objetivos o con su éxito en la vida.
  • Especialmente las situaciones limitantes que se repiten a menudo en su vida.
  • En personas con miedo (fobias, pánico escénico, etc.)
  • Con dificultades para mostrarse en grupo.
  • Personas muy racionales y con bloqueos emocionales.
  • Baja autoestima, falta de seguridad, ansiedad.
  • Problemas con los padres o hermanos.
  • Dificultades en las relaciones con otras personas.
  • Pérdidas y duelos – Superar sucesos trágicos.
  • Orientación en momentos de cambio.
  • Adicciones (drogas, tabaco, alcohol, juego).
  • Dificultades en el nacimiento y las diferentes etapas del embarazo en el vientre materno: Cesáreas, cordón al cuello, prematuros, etc.
  • Enfermedades y otros problemas físicos (cuando la causa es sistémica).
  • Salud: Síntomas físicos o emocionales, enfermedades, cualquier dolencia o malestar o una vulnerabilidad física.
  • Una parte del cuerpo: Cualquier parte del cuerpo asociado a un malestar, bien puede ser un órgano, órganos sexuales, una articulación o extremidad.
  • Destinos difíciles (muertes prematuras, abortos, asesinatos, personas recluidas…).
  • Abusos, violencias infantiles, abusos sexuales.
  • Auto-boicoteo para no conseguir éxito económico, profesional, o personal.
  • Apoyo para la toma de decisiones importantes (cambios de residencia, de profesión, de pareja, etc.)
  • Cambio de casa, compra o venta de una vivienda, alquiler de una propiedad…
  • Proyectos: Una empresa, un negocio, el inicio de un proyecto, un libro, etc.
  • Dificultades personales: Autoconfianza, procesos de adaptación a nuevas situaciones o etapas vitales: jubilación, separaciones y divorcio, desempleo…
  • Otros temas: No quedarse embarazada, adopción, estafas en herencias, tendencias suicidas, anorexia, bulimia…)

En mi caso, he constelado varias relaciones familiares, padres, pareja, hijo. Y una que me sorprendió muchísimo por su inmediato resultado. Cuando constelé el éxito profesional, al día siguiente me llamaron de Nueva York para dirigir allí una obra. ¿Casualidad o causalidad? Yo me inclino por la segunda.

¿Cómo te ayudan las constelaciones familiares?

El proceso de constelar y sus beneficios, que ya he descrito anteriormente, es un proceso de ayuda en sí mismo, tanto en terapia personal como en el mundo de la empresa.

Tanto en las sesiones grupales como en la sesión individual, se tiene la oportunidad de posicionarse en el lugar de todos los miembros del sistema familiar o empresarial que están interviniendo en la Constelación. También da la oportunidad de cambiar el punto de vista que suele tener los clientes sobre el origen de sus problemas.

A través de este proceso de identificación, se obtiene una información directa de sensaciones, emociones y creencias. Esto ayuda a experimentar directamente cuál es el desorden sistémico de los clientes para poder transformarlo en el mismo momento que se va desarrollando la constelación.

De manera encadenada es posible descubrir la relación que existe entre las limitaciones actuales y los sucesos ocurridos y posibilitar su conversión.

Ahora déjame que te cuente una historia personal:

Hace ya más de 20 años asistí la primera vez a un taller de fin de semana de Constelaciones Familiares, guiado por mi coach y maestra, con la firme convicción de que mis problemas de comportamiento y de relaciones provenían de mi pésima relación con mi madre y me propuse sanarla.

Mi primera sorpresa fue grande cuando me encontré en un lugar abierto con unas cuarenta personas que iban a hacer lo mismo que yo: sanar su relación familiar.

La segunda sorpresa fue que cada vez que alguien me elegía de «representante» para «encarnar» a algún familiar, todos ellos me escogieron de hijo en conflicto con «su padre». Yo no lo podía creer, ¡sí para mí estaba bien claro que mis «problemas» provenían de mi madre…!

Claro está que en un nivel psicológico esta premisa era cierta y lo que yo no sabía era que existían otros niveles de conocimiento bastante más profundos: el Sistema Familiar, la Psicogenealogía, la Metagenealogía y las Constelaciones Familiares de Bert Hellinger.

Todas ellas van vas allá de lo que a simple vista puede ser la historia de cada uno de nosotros e índice en los efectos que los excluidos o el desorden jerárquico en una familia pueden causar en cada unos de nosotros. Y no solo eso, sino cómo se pueden reintegrar en la familia y en nuestro corazón.

A través de la Constelaciones descubrí que mi amor ciego hacia mi padre y a mi abuelo paterno me impedía tener un acercamiento a las mujeres de una forma sana, incluida mi madre. Mas tarde averigüé que el éxito no lo digería por motivos sistémicos y que mi relación con el trabajo dependía muy mucho de mis creencias heredadas, de mi propia experiencia familiar y de la herencia sistémica, que era la que no me permitía avanzar profesionalmente.

Sinceramente, aquello no fue fácil de digerir, ya que en un primer lugar me pareció un planteamiento bastante «conservador y poco moderno», nada adecuado a los «tiempos que vivíamos».

Aquello del «amor ciego» de los hijos hacia los padres y lo de incluir entre mis parientes a los abortos (no solo los míos, sino los de mi familia) y a los perpetradores y las víctimas de esta, sobrepasaba mis creencias del momento.

Y fue sólo viendo los cambios en mi vida cuando fui aceptando esta diferente realidad.

Luego fueron aparecieron conceptos como aquel que dice que el Sistema Familiar «no es justo», como la Vida. Y esta ocasión tampoco fue fácil de aceptar que, después de tantos años ocupados en buscar la justicia social y el equilibrio entre los individuos de una sociedad, todo ello fuera a parar a un segundo nivel cuando se trataba de sanar a personas.

Posteriormente fue verdaderamente hermoso descubrir que el Sistema no es justo, ni puede serlo, porque su principal objetivo es el de procurar la Vida y la Vida es una fuerza mucho más poderosa que nosotros mismos y que todas nuestras creencias.

Lo que sí fue fácil de comprender es que estas Leyes Sistémicas pertenecen al ámbito de nuestra mente inconsciente y que se hacen conscientes cuando comenzamos a sentir sentimientos de culpa. Que se crean en nuestro inconsciente por el deseo de pertenencia a la familia, la cual tiene unas reglas.

Este deseo en los niños es una necesidad, ya que pertenecer es lo mismo que sobrevivir. Así cuando nos convertimos en adultos y no seguimos las reglas del nuestro sistema familiar lo que tenemos en el lo más profundo de nuestro ser es el mismo miedo a morir que tuvimos de niños.

Así, si mi padre está irritado, yo también lo estaré por y para pertenecer a esta familia y de esa forma me convertiré en un “buen chico», independientemente de lo que haga en mi vida ya que cumplo con esa herencia y ese destino. Si mi madre es una mujer sufridora, yo también me comportaré de la misma forma por la misma necesidad de pertenencia creando así una identidad al margen de mi individualidad.

Aunque pudiera ser que yo hiciera lo opuesto y que al ser diferente mi conducta de la de mi grupo, de su ámbito, me sienta culpable. Fue muy bello descubrir que para Constelaciones esto tiene que ser así, este sentimiento de culpa va existir siempre, ya que nosotros no podemos devolver a los padres lo que nos dieron, no le podemos devolver la Vida y eso nos va a hacer sentir siempre un poco culpables. Que la única forma de devolverles algo, es decir, al Sistema, es dando Vida (hijos o algún hecho creativo hacia los demás).

Por ello en esta terapia no hay que resolver, solo comprender, aceptar lo que ocurrió y honrar a quienes nos antecedieron. En una Constelación podemos ver el dolor de los demás, pero nunca podremos modificar lo que ocurrió y eso no es fácil de aceptar.

Y esta es la acción poderosa de Constelaciones Familiares: Imágenes que sanan, comprensión que lleva a la compasión y de allí al verdadero Amor.

Hellinger afirma que dónde está la herida está la sanación y esto requiere de una acción, la acción de ir y mirar esta herida.

Yo lo hice y comprendí que la verdadera tragedia es la de las personas que no actúan, y que la Vida está al lado de quienes deseamos tomar las riendas de nuestro destino.

¿Cuál es el origen de las Constelaciones Familiares?

Las Constelaciones Familiares fueron creadas por el alemán Bert Hellinger (1925- 2019) en los años 80 del pasado siglo como método de sanación terapéutica.

Nacen en el seno de las terapias de grupo en Alemania en los años 80. Parece ser que en grupos de psicodrama los terapeutas comenzaron a observar algo nuevo. En el psicodrama se pretende recrear una situación traumática mediante una representación de tipo teatral con personas del grupo representando roles del evento para el paciente.

Con esto se pretende que el paciente entre en contacto con recuerdos o emociones de la situación vivida en el pasado con un propósito terapéutico. Lo que allí sucedió es que las personas que improvisaban aportaban elementos o informaciones que no habían sido mencionados en ningún momento y que eran desconocidos para todos, incluso para el terapeuta. Y esta información resultó fundamental para el avance de la terapia, necesitando, en ocasiones, de una sola intervención.

origen constelaciones familiares

Hellinger aterriza allí y, junto con otros conocimientos y experiencias en el campo de la ayuda (se formó con Arthur Janov y trabajo muchos años con Terapia Primal, el trabajo con el cuerpo de Milton Erickson, la Programación Neurolingúística, P.N.L., entre otros), comienza a tener sus propios talleres y comienza a hacer observaciones sobre patrones de información que se repiten a lo largo de todas las familias y sobre aquello que las bloquea o las libera.

Al comienzo, estos patrones observados en sus talleres los llamó Órdenes del Amor, y su intención era sanar las raíces del sistema familiar. Estas Constelaciones originales se centraban en la familia actual (padres e hijos) o en la familia de origen (padres, abuelos, bisabuelos).

La intención era crear una imagen “perfecta” de la familia para que el cliente se llevara esa impronta y sanara su relación emocional con la familia y sus ancestros.

Posteriormente, Hellinger evolucionó y creo las Nuevas Constelaciones o Constelaciones del Espíritu. En estas se abandona la idea práctica de la meta del cliente en psicoterapia y se parte de una mirada más fenomenológica. El campo cuántico se apodera de los representantes y ellos evolucionan en base a algo mayor, un Gran Espíritu que los guía para conseguir la sanción gracias al amor.

El término Constelaciones Familiares viene de los primeros libros sobre el tema en alemán: Familien-Aufstellungen, cuya traducción literal es “Configuraciones de familias”. En las primeras traducciones del término al inglés quedó como Family Constellations pasando de este al español.

De la fenomenología filosófica aprende el reconocimiento y la aceptación de los fenómenos tal como son y que la verdad de un momento sustituye la de otro momento. Sus palabras son válidas, dice, solo para lo que se ve en un determinado momento presente. Esto cuesta trabajo hacerlo entender, sin embargo, la persona que asiste a un grupo de constelaciones lo entiende perfectamente.

Hellinger, como ya he mencionado, se inspira en la teoría de los sistemas y lo aplica al sistema familiar. Allí descubre que los sistemas tienen patrones que se repiten con intenciones diversas; en el de la terapia les permite solucionar trastornos en las relaciones familiares.

Los patrones, que ya he mencionado, son los de Pertenencia, de Orden y de Compensación. A estos, los llama Ordenes del Amor ya que, de estos patrones, por ejemplo, el del orden, (donde lo anterior en un sistema tiene prioridad sobre lo posterior), si se cumple, puede desarrollarse y existir libremente el amor.

También en el de pertenencia (nadie puede estar excluido del sistema), encuentra que las personas excluidas son representadas por oras nacidas posteriormente. Esto ocurre por amor, el amor que se tiene al excluido y que otra persona toma para que se le incluya.

Para Hellinger, el amor puede sanar cuando las dinámicas familiares pueden ser reconocidas y se puede asentir a la realidad tal cual es. Entonces puede darse una solución del amor sin que nada se encubra, sin que nada tenga que perdonarse, sin que nadie sea absuelto de su culpa.

Dice que cuando el terapeuta tiene una actitud de aceptación del mundo tal cual es, esto le genera serenidad y una atención amorosa, sin pretensiones de poder, sin miedo y sin intenciones.

Todo esto supuso una verdadera revolución en campo de la ayuda, ya que, tomando de otros avances en el terreno de la terapia, sumó la visión sistémica sobre la familia para conseguir establecer un equilibrio sanador entre sus miembros. Y aún más, al aportar esa visión sistémica, se dio cuenta de que se podría aplicar al campo de las organizaciones.

Así, su método se ha trasladado al campo empresarial, entre otros, al utilizar estos principios sistémicos. Lo que comenzó siento una terapia hoy se ha expandido a los diferentes ámbitos de la sociedad triunfando claramente en el mundo empresarial.

Antiguamente, es decir, hace unos 20 años, la forma de constelar era la de las Constelaciones originales. Hoy, con muchos avances en investigación sobre el tema, existen mucho tipos de facilitadores e incluso de temáticas de constelaciones: “zodiacales”, “para la abundancia”, “acuáticas”,“inmobiliarias”…. Yo también soy ecléctico como facilitador.

Mis estudios y mis maestros, en sus formaciones, me han enseñado diferentes formas de constelar y, en mi caso, me abro al cliente y a su demanda. Para mí, el que constela es el que dirige la constelación y al que hay que atender, siempre con muchísimo respeto y con alto nivel de ética.

¿De dónde viene la necesidad de conocer nuestra historia familiar?

Un pueblo sin el conocimiento de su pasado histórico, origen y cultura es como un árbol sin raíces.  Marcus Garvey

¿Te has preguntado alguna vez que para qué estás en el mundo?

Quizá la respuesta sea sencilla y consista en que estamos aquí únicamente para evolucionar. Y evolucionamos porque tenemos referentes que nos han marcado de por por vida: los padres.

Nuestras referencias son, básicamente, la familia en la que nacimos y el país o cultura a la que pertenecemos, por poner dos polos separados, dos sistemas. Así, la familia (que también pertenece a una cultura y a un país determinado) es la que nos marca para el futuro y es de dónde venimos con todos nuestros ancestros.

El ambiente familiar influye de manera decisiva en nuestra personalidad. Las relaciones entre los miembros de la casa determinan valores, afectos, actitudes y modos de ser que el niño va asimilando desde que nace.

Y estas relaciones vienen también de otros modelos anteriores. Esa frase de “eres como tu padre/madre”, viene a significar que hemos imitado los comportamientos vividos en la infancia. De ahí el evolucionar hacia algo mejor, si lo anterior no fue como deseamos.

Por poner un ejemplo, la autoestima se empieza a construir en la infancia porque es en esa etapa donde empezamos a construir nuestra personalidad. En función de los mensajes que vayamos recibiendo del entorno, vamos a sentirnos más o menos queridos por nuestros padres.

Por ello, si tenemos una autoestima alta, vamos a sentirnos capaces, válidos y confiados de que podemos hacer aquello que nos propongamos. En cambio, si tenemos una autoestima baja, es posible que sintamos inseguridad, poca confianza en nuestras capacidades y nos cueste aceptarnos tal y como somos.

Claro esta que para conseguir superar o sanar los problemas que nos aquejan de adultos hay que conocer la historia de nuestra familia. Saber nuestros antecedentes familiares, culturales y de dónde venimos nos ayudará a desarrollar un fuerte sentido de quiénes somos en realidad.

También es posible que no solo lo hagas por ti, si no que también lo hagas por las generaciones futuras, para liberarlos de cargas innecesarias y ayudarlos a evolucionar más rápido y fácil en sus vidas.

Como dice Hellinger, los seres humanos necesitamos pertenecer a un sistema. También necesitamos la aceptación y el reconocimiento.

Sin embargo, pertenecer a un grupo, a una familia, a un sistema, demanda sacrificios demasiado grandes. Los mensajes que fundamentan los sistemas familiares pueden ser muy dañinos para un nuevo elemento del sistema.

Imagina que has estado escuchando a tus abuelos y operes frases del tipo: “No se puede confiar en nadie” o “nada se consigue sin esfuerzo”, “todos los comerciantes son unos ladrones”… Esto que se ha repetido de generación en generación ¿Cómo crees que te afecta?

Para pertenecer tendrás que acatar esta forma de pensar, de vivir. Y, quizá, esto conlleve ciertas limitaciones para tu vida que se traduzcan en historias de escasez, de fracaso, incluso de enfermedades. O haces un movimiento de sanación para libertarte de estas cargas que conlleve el comenzar un camino propio. Madurar es , de alguna forma, traicionar a los padres.

necesidad conocer familia

En las Constelaciones Familiares realizamos un acercamiento a una herramienta de sanación y de toma de conciencia muy potente: Conocer nuestro árbol genealógico.

En el árbol se encuentra toda la información sobre cuáles son los programas inconscientes que recibimos.

Al realizar la constelación aparecen estos datos que nos permiten tomar el camino que deseamos para no repetir los patrones de nuestra familia.

En las sesiones de Constelaciones Familiares, especialmente en las Individuales, siempre empleo un buen tiempo a rescatar información sobre el árbol genealógico.

Es fuente de inspiración, de solución y de amor. Ya que todos venimos de padres y madres que contribuyeron a que nosotros estemos hoy aquí.

Beneficios de sanar heridas emocionales.

Dónde está la herida está la solución.  Bert Hellinger

Todos tenemos un dolor que, de diferentes formas, marca nuestra vida. A esto lo llamamos heridas emocionales.

En muchas ocasiones las tratamos de esconder, de obviar y de seguir hacia delante con nuestra vida como si no existieran.

En el fondo tenemos miedo a ver de cerca ese dolor y por ello justificamos nuestras huidas: “Que no sirve para nada”, “que para qué mirar al pasado si es perder el tiempo”.

Nada más lejos de la realidad, mirar ese pasado con coraje y querer sanarlo te convierte en una persona feliz y dueña de tu vida.

La herida emocional nos dice que el pasado está ahí, que no ha desaparecido, que se hace presente en cada momento en que nos alteramos por hechos que nos conectan con la herida y en los que podemos perder el control de nuestra vida.

Y ese “descontrol” se produce cuando un determinado acontecimiento o situación cercana nos genera una emoción intensa de dolor, rabia, tristeza, miedo, desesperación, pánico… y no lo resolvemos de manera adecuada.

Esto se incrementa con el tiempo, sobre todo cuando pensamos que nuestros problemas emocionales se resolverán por sí solos con el paso de los días.

Las heridas emocionales tienen algunas similitudes con las heridas físicas. Cuando observamos alguna cicatriz de nuestro cuerpo, nos viene el recuerdo de cómo nos la hicimos, con quien estábamos, si nos dolió mucho, etc.

Así, cuando nos encontramos con alguien, o nos enfrentamos con algún hecho determinado, se nos activa ese recuerdo de la herida.

beneficios sanar heridas emocionales

Las heridas emocionales se producen principalmente en la infancia y podemos resumidas en estas pocas:

  • Miedo al abandono. Es más común de lo que parece. Los sucesos de la infancia se nos quedan grabados de forma casi perenne en nuestro inconsciente y puede producir, en la vida de adulto, inseguridad, dependencia emocional, con los comportamientos derivados.
  • Temor al rechazo. Este hecho produce baja autoestima y autodesprecio, ya que en el pasado los niños se sintieron rechazados como niños o como personas que tienen su propia personalidad. Provoca también el hecho de que sientas que no puedes amar o ser amado.
  • Dolor de la humillación. Cuando los padres critican y desaprueban al niño generando una personalidad dependiente.
  • La herida de la traición. Los padres no somos perfectos y algunas promesas no las cumplimos. Las que causan la herida en el niño pueden crear a un adulto que no se sienta merecedor y que envidie a los demás.
  • Hechos de violencia. Tanto en el ambiente familiar como en la escuela generan también una baja autoestima, así como tendencia a la depresión.
  • Miedo a lo desconocido. Muchas veces les decimos a los niños “que no hay que tener miedo” creando personas que no se van a saber cómo relacionarse con esa emoción. Obviamente, esto creará adultos inseguros y con miedo a los cambios.
  • La injusticia. Cuando los progenitores son fríos y rígidos. Este tipo de educación autoritaria genera niños con sentimientos de ineficacia inutilidad.

La terapia de Constelaciones Familiares contempla todos estos casos colocándolos en el contexto en que sucedieron y buscando las causas que lo motivaron.

Gracias a poder observar todo el contexto, todo el sistema, la sanción ocurre, ya que no se busca culpables sino la compresión de lo que sucedió.

Una de las particularidades que observamos en las Constelaciones es la fidelidad ciega que tenemos a los padres o a los ancestros y que llevamos inconscientemente. Y todo por el amor, el amor ciego que tenemos a nuestra familia, que es el vínculo que nos une.

Sin embargo, muchos prefieren vivir con esa carga, con ese malestar o incluso con una enfermedad, ya que los mantiene unidos al sistema. Estas heridas emocionales son las que podemos sanar en la terapia.

Yo mismo experimento en mi día a día mis heridas emocionales. Creo que en mi caso están casi todas sanadas, lo cual no quita que las tengamos. Queda la cicatriz porque la herida existió y gracias a la terapia sistémica me puedo relacionar con ella con amor y respeto por el pasado, con comprensión y compasión.

Las enfermedades son mis asistentes para que el paciente encuentre su propio camino y para que reconozca su lugar en el sistema y lo acepte. Sólo el asentimiento de la enfermedad puede liberar. En «Enfermedad que sana», de Ilse Kutschera, Christine Schaffler, Tiiu Bolzmann.

Desde hace años asisto, asombrado, al choque entre las diferentes conciencias y de cómo repercute en las enfermedades que sufrimos a través de las Constelaciones Familiares.

He visto cómo alguien prefiere vivir con una enfermedad desconocida antes que «traicionar» a su madre. También he visto cómo personas, prefieren vivir con adicciones porque son fieles a lo que entienden como conciencia familiar, y condicionan su vida a ese supuesto destino infranqueable.

La conciencia sirve para mantener el vínculo en los sistemas a los que pertenecemos, ya sea al sistema familiar o a los demás grupos sociales, a los que vamos perteneciendo a lo largo de nuestra vida. Gracias a ese vínculo, pudimos sobrevivir desde el comienzo de nuestra existencia. Puesto que pertenecimos al clan nos aseguramos la continuidad en la Vida.

La supervivencia se consigue sintiéndonos incluidos y será la conciencia, el timón que determine cuánto estamos vinculados a nuestro sistema familiar como primer lugar de pertenencia. La necesidad de pertenecer a ese sistema es inmensa y vital, como ya he explicado en otras ocasiones.

La conciencia, que nos permite conocer nuestra vinculación, nos mantiene alerta para seguir las reglas de cada sistema. Por ejemplo, en un sistema familiar o de amistad se tienen ciertos comportamientos que en los ámbitos laborales serían impensables.

Cuando cumplimos con la conciencia familiar tenemos «buena conciencia» y cuando no lo cumplimos tenemos «mala conciencia». Por ejemplo, en la adolescencia o incluso de adulto, en el grupo de amigos esté bien visto vestir de una forma, ser de un club de fútbol o fumar y, por el contrario, en la casa de los padres no están permitidas ninguna de esas cosas.

Es posible que esos padres e incluso los hermanos, no fumen, odien el deporte y vistan de una forma diferente. Está claro que, con los amigos tendrás un tipo de conciencia frente a la de tu familia. De esta forma, te podrás sentir perteneciente a un sistema o a otro, dependiendo de comportamientos qué elijas. En definitiva, la conciencia individual choca con la conciencia familiar, social o del clan.

Estas actitudes nos llevan a sentirnos inocentes o culpables. En el caso anterior, quizá si sigues las reglas de la familia te sentirás inocente, y si no lo haces culpable. Por supuesto, esta conciencia nada tiene que ver con regla moral alguna, «las peores cosas se pueden hacer con buena conciencia», afirmó Hellinger.

Muchos de los supervivientes de la Alemania nazi se sienten inocentes y sus descendientes sienten a estos antepasados y a ellos mismos como inocentes. Lo mismo ocurre con los que viven en dictaduras o sistemas inhumanos. A nadie le gusta sentirse culpable, ya que, eso sería sentir que traicionamos a nuestro sistema-nación. Es una lealtad profunda.

sanacion emocional

La mala conciencia se genera cuando se traiciona la conciencia del sistema.

En muchas ocasiones, la conciencia individual, quiere separarse de la conciencia familiar y la social, esto crea un malestar grandísimo, que puede derivar en un efecto somatizador ante ese conflicto.

Seguir o no seguir a la conciencia familiar marca un proceso intrapersonal profundo. Cuando eliges seguir tu camino aceptando que, te desligas de las fuerzas inconscientes que te mantienen vinculado a tus raíces, de una forma tan pesada que te impide caminar, creces y comienzas a mirar hacia tu futuro.

Llevar ese tipo de cargas es como llevar un paso de Semana Santa, hay personas que eligen ser costaleros para continuar con la tradición, aunque les pese y les duela. Todo con el fin de no sentir la culpa de traicionar al Pasado, a la familia, etc.

Y ese dolor inconsciente, ese sentimiento de culpabilidad, se traduce muchas veces en enfermedades, ya que, no sólo llevo el peso derivado de mi sistema familiar, sino también el del sistema social con sus conciencias particulares. Las dos conciencias incrementan mi peso, mi culpa, que en mi cuerpo se traduce de una forma clara a través de la somatización.

En un taller reciente de Constelaciones observé este fenómeno: El cliente quería sanar una enfermedad desconocida y a la que los médicos no encontraban cura. En la constelación se vio que el representante del síntoma se acercaba amorosamente a un hijo no nacido de esta persona.

Cuando pregunté, los tres representantes, cliente, síntoma y aborto estaban de acuerdo con esa hipótesis. Cuando el síntoma dijo al niño: «yo te pertenezco», se produjo el acto liberador del comienzo de la sanación: reconocer lo que es. El hijo no nacido era un secreto para el resto del entorno familiar y de amistades incluso.

La solución terapéutica era sencilla: que el hijo no nacido ocupará su lugar en el sistema para restablecer el orden roto. En suma, restituir a la familia su hijo, que desapareciera esa exclusión, que se supiese de su existencia.

Para nuestra sorpresa, el cliente en cuestión eligió continuar con la enfermedad, es decir, con la carga, antes que anunciar a su familia que había cometido un acto no permitido en esa comunidad. No pudo «traicionar a esos dos sistemas», tenía mala conciencia.

En este caso esa conciencia es limitante y no permite vivir saludablemente, mantiene la herida emocional. Y, al fin y al cabo, elegimos, consciente o inconscientemente lo que hacemos en la vida. Por eso, en muchas ocasiones, cuando no queremos sanar, también es una elección. El principal meta-principio sistémico se trata de aceptar lo que es, aunque esta verdad sea dolorosa. Y esto libera.

Los beneficios de sanar heridas emocionales los podemos ver, cómo no, en cómo vivimos emocionalmente la vida después de hacer una constelación. La sensación de paz y tranquilidad derivada de la comprensión del pasado, así como la liberación de una carga que, quizá, no te pertenezca y llevas arrastrando por fidelidad a tus ancestros, son los exponentes más comunes después de la terapia.

Sanar heridas emocionales en la pareja.

Había sido demasiado amor, tanto como el que yo podía dar, más del que me convení­a. Fue demasiado amor. Y luego, nada.   Almudena Grandes

Todos tenemos heridas emocionales, esto ya es un hecho. Ahora bien, cuando vamos al encuentro de la pareja ¿Las dejamos fuera? No, ¿verdad? Nos encontramos de lleno con personas que llevan las suyas y puede que reflejen las nuestras.

En la terapia de Constelaciones Familiares he observado que existe una buena forma de reglarnos en el sentido positivo y es aplicando los Principios Sistémicos.

De las tres Leyes Sistémicas u Órdenes del Amor, como las llama Bert Hellinger, ésta es la que más claramente refleja las otras dos, la del Equilibrio o Compensación. La Pertenencia (nadie puede estar excluido de un sistema) y el Orden Jerárquico, ven su reflejo en este nada fácil equilibrio entre el dar y el recibir, como se revela claramente en las terapias aplicadas a la pareja.

El equilibrio entre el dar y el recibir.

Según las leyes sistémicas, en nuestras relaciones tiene que existir un equilibrio entre el dar y el recibir. Y en ocasiones no es igualitario. Por ejemplo, los padres dan y los hijos reciben, pero no puede ser al contrario. Los hijos, ante esta situación, se sentirán en deuda con los padres, al igual que yo me siento en deuda cuando alguien me hace un regalo que no devuelvo.

Es natural al ser humano. Si me dan algo lo devuelvo, y si es posible un poco más. La sensación de sentirnos en deuda no nos gusta, nos molesta por lo general. Esto también ocurre cuando es algo no tan positivo como un regalo.

Los hijos nos sentimos en deuda con los padres y, en ocasiones, incluso culpables. Esto, de una forma sistémica, permite que la vida siga adelante ya que al no poder devolver lo que los padres nos dieron lo revertimos en el sistema. Los padres nos dieron la vida, nosotros damos vida al sistema. Esta es la forma que se ha repetido durante miles de millones de años en el sistema familiar.

Y ¿Cómo se vive el dar y recibir en la pareja?

Ahora bien, cuando me encuentro en una pareja el equilibrio tiene que ser igualitario. Así tomo de mi pareja en la medida que puedo dar a cambio y doy en la medida en que mi pareja puede darme algo a cambio.

Si mi pareja me da, vuelvo a sentirme en deuda y pagándola, es decir, devolviendo lo que me dio, me alivia y se hace sentir alegre y vivo, si se trata de algo positivo. Y como siempre, doy un poco más, porque me hace sentir bien.

Así­ mi pareja se va a sentir en deuda y va a repetir el mismo acto que yo he hecho dejándome a mí en el rol del deudor. Como dice Hellinger, la pareja puede crecer y crece. Esto sucede con el amor. Cuanto más me den más voy a devolver. Así­ nos vamos seduciendo amorosamente.

Por otra parte, este sentimiento de deuda es una carga. El recibir nos pone en dependencia del que nos ha dado hasta que le hayamos devuelto algo equivalente. Por lo que resulta más agradable el dar que el recibir.

Recibir nos hace sentir en un apuro hasta que no restablecemos el equilibrio. Dar nos permite exigir al otro la deuda. Es por ello que muchas personas en la pareja se sienten muy satisfechas cuando comienzan a dar sin medida, caro está, hasta que se dan cuenta de que la otra persona no está pagando sus deudas. Pero… ¿lo puede hacer? ¿Te lo habí­as preguntado? ¿Lo habí­as medido anteriormente?

¿Qué sucede en una pareja cuando uno de los miembros da en demasí­a y el otro no puede devolver tanto como recibe?

Se origina una potente tensión derivada de la falta de equilibro igualitario y el que recibe más de lo que puede dar se va, abandona la pareja. Y ¿Cómo es posible? Al dar nos sentimos más grandes, superiores al otro: «Ves todo lo que te puedo dar y tú no me das nada». Y así empequeñecemos al otro y lo culpabilizamos de lo que estamos haciendo.

Y al no sentirse iguales, no hay pareja real, justa. Podría romperse o no, pero lo cierto es que, si la relación continúa, estaría pervertida. No puede haber seducción.

Si soy del tipo de personas que sólo quiero dar, me estoy protegiendo de alguna forma de la verdadera conexión con el otro. Tengo miedo a sentirme deudor, culpable, y huyo al dar.

De esa forma también me siento superior y, admito, posiblemente de una forma inconsciente, que no deseo tener pareja, que es mejor estar solo en mi cima. Libre y sin saber amar. Me auto-excluyo de alguna manera.

También es posible que al seguir esta acción me esté situando en el rol del padre que siempre da. Por lo que rechazo el recibir, ya que los hijos no pueden devolver a los padres. Y por supuesto, la relación vuelve a estar desequilibrada ya que en el otro veo a un hijo. Si solo quiero recibir me estoy convirtiendo en un niño que está cómodo en esa situación de inestabilidad. Quizá no me dieron el amor necesario mi infancia y lo esté buscando en mi pareja.

En todo estos ejemplos estamos hablando de dar en actos positivos y amorosos, pero ¿Qué sucede si resulta ser algo negativo lo que está en la transacción?

¿Se devuelven los enfados, las peleas, los sentimientos de menosprecio o de soledad? Por supuesto que si, sucede lo mismo.

No me gusta sentirme en deuda por lo que devuelvo y doy siempre un poco más de lo que me han dado. Si esto es una constante puede hacer desaparecer a la pareja, aunque existan algunas que conserven esta dinámica como leif-motiv de sus vidas.

Lo que propone Hellinger es lo siguiente: Devolver siempre, pero un poco menos de lo recibido. De esta forma, si lo reintegro, me quedaré satisfecho al no sentirme en deuda. Y si devuelvo un poco menos de lo que me han dado, sigo en el amor, ya que permito a mi pareja tenerme cerca para recobrarse en lo positivo cuando pueda y quiera. Y ella tendrá noticia, por mi devolución, de que su acción no ha sido positiva para mí, con lo que la deuda desaparece.

Para mí seré un acto de re-equilibrio profundo. ¿Qué sucedería si yo no devolviese al menos un poquito? Me convertiría en el «bueno de la película». Entraría en el rol del inocente, culpabilizando al otro únicamente. Por lo cual me situaría en una posición dominante, de poder, arrogante.

Devolver un poco menos de lo que nos dan no es fácil de hacer ya que estamos habituados a devolver más. Y si te fijas, para seducir a tu pareja y mantenerla viva, esta acción es una de las más importantes. Te mantiene vivo, os mantiene en un equilibrio nivelado.

Ya sabes, “de lo bueno un poquito más y de lo malo un poquito menos”.

Estos recursos sistémicos no sanan las heridas directamente, pero te dan una forma de vivir desde el amor, a ti mismo y a la pareja. Y, quizá, con el tiempo esas heridas duelan mucho menos.

¿Cómo se hace una Constelación Familiar?

Sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regalo y no darlo. A. Ward

Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de la vida fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma. Carl Jung

Las Constelaciones Sistémicas en terapia, las Familiares, pueden trabajarse tanto en sesiones individuales como grupales. En cualquiera de los formatos, existen dos protagonistas principales: El constelador o facilitador (terapeuta) y el cliente o constelado (paciente).

Y en ellas siempre -o es conveniente- se mantiene una entrevista individual con el cliente para recoger datos significativos de su biografía y de su sistema familiar.

como se hace constelacion familiar

En las grupales, se reúne un grupo de personas con un facilitador. Estas por lo general son todas desconocidas, es decir, que no conocen la historia del cliente.

La entrevista anterior se puede realizar delante del grupo -muchos facilitadores lo hacen así- o la persona que se va a “constelar” puede expresar el tema que le interesa por medio de una palabra o frase corta.

Incluso hay facilitadores que hacen “constelaciones ciegas”, donde solo el cliente y el facilitador saber cuál es el tema. A mi me gustan cada vez más. Las Constelaciones “ciegas” permiten más confianza a las personas que no quieren contar en publico sus temas y también a los representantes no estar contaminados por conocer algo de la historia familiar del cliente.

De todas, formas, par mi, lo más importante es el objetivo del cliente, “qué es lo que quiere “constelar”, “cuál es su tema”, “cuál su dolor” y ponerme a facilitar el acceso a la información relevante.

Luego el facilitador le pide al cliente que elija “representantes” para su tema. Y este elige a personas desconocidas de entre los miembros del grupo para que puedan representar personas, sentimientos, lugares, etc., relacionados con su objetivo.

Estos representantes se mueven libremente muy despacio y se va formando una especie de imagen dinámica tridimensional y atemporal del tema y aquello que está en relación con él y el cliente y su sistema familiar. Cuando los representantes salen al circulo creado, sólo prestamos atención a sus sensaciones, movimientos y emociones.

En alguna ocasión tendrán que decir una frase que el facilitador les brindará. Finalmente, a partir de esa imagen exteriorizada y teniendo en cuenta los sentimientos y percepciones expresados, el facilitador acompaña al cliente a través de un proceso de toma de conciencia.

La Constelación generalmente muestra el patrón de información que ha estado generando el tema a consultar y en la mayoría de los casos la posible solución o las posibles vías de intervención terapéutica, ya que “toda constelación termina con un comienzo”.

De esta forma, el facilitador ayuda al cliente a comprender lo que sucede en la imagen. Esto se suma, además, a que, en general, la mayor parte de la constelación es experiencial, es percibida emocionalmente, de forma que cuando el cliente entiende y siente la experiencia, esta lleva a una sanación potente.

El facilitador ayuda a liberar un bloqueo respecto al tema del cliente. Por eso esa sensación de alivio y de ligereza que siente el cliente por lo general. Esa liberación permite cambios muy profundos y sutiles, a veces espectaculares, a veces inmediatos. Poco a poco, el cliente va sintiendo más fuerza y más paz. Finalmente siente que es ella misma y puede empezar a dirigir su propia vida.

En la variante de Constelación Individual, trabajamos con la persona que viene a la consulta y se sustituye a los representantes por muñecos, piezas de madera o cualquier otro elemento que pueda representar simbólicamente a los miembros de su familia, partes de sí mismo, lugares, síntomas, etc.

Es como si dispusiéramos de un teatro en miniatura donde vemos a evolucionar a los “representantes”, muñecos esta vez. La diferencia es que no podemos escuchar cómo se sienten estos últimos, sin embargo, el inconsciente proyecta en los muñecos muchos elementos que estaban ocultos para la persona y así, producir esa sanación.

Facilitador de Constelaciones Familiares y Sistémicas.

El modo sistémico de pensar y mirar el mundo nos ayuda a hacernos conscientes de los mecanismos y dinámicas que están presentes en los sistemas y que habitualmente pasamos por alto. Jan Jacob Stam

¿Qué caracteriza a un facilitador sistémico?

Durante los años en los que me formé como facilitador en Constelaciones Sistémicas Familiares y Organizacionales adquirí unos conocimientos y una práctica para poder conducir sesiones individuales y grupales con éxito.

Lo que me han dado los conocimientos es comprender la visión sistémica desde la parte intelectual. Sin embargo, no hay nada como la práctica para poderlo integrar orgánicamente. Y ¿Qué enseña en la práctica?

El resumen de lo que se enseña de una forma teórica me da un listado como este:

  • Madurez y experiencia de vida.  Entre ello, el ser padres es un factor importante.
  • Amorosidad. Trabajar desde el amor al cliente y al sistema.
  • Compasión. El ponerse en el lugar de todos los miembros del sistema, sin excepción.
  • Presencia. Estar en el momento, en el presente, sin ideas preconcebidas.
  • Humildad. Olvidar lo que crees que tiene que ser «bueno» para el cliente.
  • Valor. Coraje para aceptar los «destinos difíciles» de los clientes y de sus familias, como las enfermedades y la muerte.
  • Sinceridad. Ver y aceptar tus propias limitaciones.
  • Capacidad de liderazgo. Liderar es acompañar al cliente, a los «representantes» y al grupo.
  • Tener capacidad para soportar el enfrentamiento. Para los «clientes difíciles».
  • Intuición. Valor para dejarse llevar no solo por la mente y el conocimiento teórico.
  • Respeto absoluto hacia la persona, su historia y hacia su sistema. Nadie es superior a nadie, ni el facilitador.

facilitador constelaciones

Con las formaciones se quiere crear a un facilitador que cumpla con estos requisitos. Aunque en ocasiones no da tiempo para practicarlo y/o corregirlo… y se tiene que ir aprendiendo en las practicas reales. Entonces

¿Qué caracteriza a un facilitador sistémico?

Cuando el facilitador sale «a escena», delante de un grupo o un cliente, se encuentra con la realidad de personas heridas o de empresas que necesitan una salida a un proyecto o para una crisis; se encuentra como un actor el día del estreno, pero sin haber ensayado la obra. La vida es así de imprevisible y arriesgada.

Y ¿a qué puede recurrir? Por supuesto, a la formación y a sus enseñanzas. Aunque en ocasiones exista mucha información en la mente, un cuerpo que no ha practicado lo suficiente la seguridad de encontrarse en situaciones similares y un deseo de querer «hacerlo todo bien», que viene de la educación recibida, choca con ciertas realidades.

Aunque sepa que «hacerlo bien» es servir al cliente y a su sistema, el conflicto entre lo «bueno» y lo «malo» aparece. Son muchos años de educación, muchos siglos de inconsciente colectivo… Mucha Moral y poca Ética.

Se suele hablar de la Ética del Facilitador y se considera una buena guía. De hecho, las formaciones insisten en ello.

Y, ¿Cómo saber que esa persona es ética? ¿Qué grado de madurez se necesita para no proyectar el mundo propio en las personas a las que acompaña en las constelaciones? Estamos demasiado educados en los conceptos morales de bueno y malo y el concepto de Ética se quedó en una clase de bachillerato de hace años.

Desafortunadamente, he escuchado en algunas ocasiones que un facilitador ha vertido su opinión, sus juicios, su moralidad sobre un cliente en una sesión de constelaciones, y, excepcionalmente, que el grupo lo ha acompañado haciendo coro… ¡incluso acusándole moralmente!

Estas raras ocasiones, no solo desvirtúan una joven profesión, sino que le imprime la apariencia de secta donde hay que creer en unos dogmas determinados.

Son los riesgos de exponerse a algo que comienza y el temor de los demás ante lo desconocido.

Pero sigo con la brújula… Ética viene de la palabra griega ethos que significa ‘conducta’, ‘modo de ser’. Moral viene de la palabra latina moralis que significa ‘costumbre’. Bajo mi punto de vista la «costumbre moral» es lo que se considera bueno y malo, y que es cambiante, como las «costumbres».

Por ejemplo, la guerra es «mala» hasta que entramos en ella, al igual que hay «guerras buenas o malas» (dependiendo de si las ganamos o las perdemos); la pena de muerte cambia con los tiempos.

La misma Moral cambia con las épocas y las latitudes. Al contrario, la Ética es una especia de brújula que nos indica el camino a tomar en las encrucijadas de la vida. El origen de la Ética es Universal y es permanente en el tiempo, sin embargo, la Moral es Cultural y cambia con los tiempos.

Si algo tiene que ser el facilitador en su tarea es una brújula constante, apartado de la moral.

En las sesiones, se coloca en el ángulo sistémico, que es como una vista de pájaro desde donde se observa todo el sistema, y desde allí ve «lo que es». No lo que debería de ser o lo que, según su moral, sería bueno para los clientes.

El facilitador tiene que estar separado incluso de su propia moral.

Y esto no es tan fácil; se necesita mucha disciplina y mucha práctica. Proyectarse en el mundo de los demás es un ejercicio que hacemos de continuo y que produce todo tipo de resultados, pero ninguno distanciador. En esos casos puede fortalecer nuestra ética, pero desde la mirada del observador.

Es por ello que el Facilitador Sistémico tiene que trabajar de continuo:

– La distancia: Su capacidad observadora y la aceptación de «lo que es».

– Su mente limpia, el centramiento: Meditar, hacer limpieza diaria de pensamientos, juicios y creencias que le separen de su trabajo.

– El «no juicio»: No es nada fácil cuando es algo que forma parte de nosotros como método de supervivencia.

– La serenidad: Construir un lugar donde las emociones no primen sobre la mente lucida y la intuición. Sino que sirvan de guía para esta última a través del cuerpo.

Y en una formación ¿Cómo se suele asegurar que esa persona concluye su proceso con todos estos recursos integrados?

Primero: Trabajando en el Pensamiento Sistémico. La forma de pensar sistémica pone orden, equilibra e integra a los elementos del sistema. Cuando nos elevamos para ver la totalidad del sistema estamos ejerciendo un Pensamiento Sistémico.

Segundo: Desarrollo personal. Limpieza de heridas personales. Trabajar on las diferentes partes de nosotros mismo y con el niño interior. Conocer el Árbol Genealógico y vinculándose con la familia.

Tercero: Enseñando a trabajar desde el Amor. Hellinger lo explicó de una forma genial. Nos unimos a la familia y a los demás por Amor. Y el Amor es el que debe guiar al Facilitador Sistémico.

Como verás no es nada fácil ser un profesional de esta índole y , al mismo tiempo es apasionante. Desde aquí te invito a que tengas la oportunidad de formarte en Constelaciones Familiares y Sistémicas conmigo.

Las Constelaciones Sistémicas han venido para quedarse y, desde la formación que dirijo, mis colaboradores y yo queremos aportar una novedosa enseñanza que une la vertiente “familiar” con la “organizacional”.

Es decir, una formación holística, ya que entendemos al ser humano de una forma integral no separado de los múltiples sistemas a los que pertenece. Para más información pincha aquí.

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