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¿Te has preguntado la diferencia entre estos términos?

En los últimos años he visto que hay personas que deciden «ser curados» antes de «curarse». Incluso yo he visto en esta disyuntiva en alguna ocasión. También observará a personas que no dejen de buscar una especie de «terapia milagrosa» que les ayude a salir del lugar donde están. Ahora sé que en todo se haya algo positivo y que el proceso de cada uno es sagrado. Personalmente, tomo el camino activo y de compromiso conmigo mismo en primer lugar. Me explico:

Tanto en la rama psicológica como en la física, cuando llevamos un dolor y decidimos ir al terapeuta, curso, taller, terapias alternativas o doctor (o cualquier otro título) sucede algo en nuestra mente y adoptamos una posición pasiva o activa. Cuando me digo «Quiero Sanar» da la impresión que todo mi ser se conecta para conseguirlo y es diferente cuando me digo internamente «Quiero que me curen»:

En la primera estamos no solo expresando una intención, sino también activando un conjunto de procesos cerebrales que pueden tener un impacto positivo en nuestro bienestar físico y emocional, en nuestra salud mental. Este tipo de afirmaciones, en el terreno físico, pueden ayudar a movilizar los recursos internos del cuerpo, especialmente del cerebro, para favorecer la curación. Siempre, teniendo en cuenta que no se pueden separar cuerpo y mente. Para no extenderme mucho los resumo en las siguientes líneas:

«Me quiero curar» de mis enfermedades

Cuando expresamos la intención de curarnos, el cerebro activa áreas relacionadas con la planificación, la toma de decisiones y la autorregulación, como la corteza prefrontal. Esto puede liberar dopamina, que mejora la motivación y el bienestar , reforzando comportamientos positivos. Además, se activa el sistema límbico, especialmente la amígdala, generando esperanza o alivio, lo que puede reducir el estrés y mejorar la percepción del dolor . La mente, a través de mecanismos psicosomáticos , también influye en los procesos corporales, ayudando en la recuperación o mejorando la respuesta al tratamiento.

«Quiero que me curen» de mis enfermedades

¿Qué sucede en el otro caso? Cuando digo  «quiero que me curen», se genera una dependencia de fuentes externas para la curación, lo que puede activar áreas del cerebro relacionadas con la confianza, pero también disminuir la percepción de control personal . Esto afecta a la motivación ya la resiliencia, al reducir la activación de los circuitos de autoeficacia. Si confías en el tratamiento o en la persona , esta frase puede activar expectativas positivas y desencadenar el efecto placebo , liberando neurotransmisores que promueven el bienestar. Sin embargo, también puede generar sentimientos de impotencia si la curación se percibe como dependiente de otros , creando emociones ambivalentes en la amígdala.

En definitiva, los efectos que tienen estas declaraciones íntimas pueden ser positivos o negativos, dependiendo de nuestras creencias, expectativas y confianza en las fuentes internas o externas de curación.

Ahora examinamos que sucede cuando se trata de una terapia psicológica: Veremos que las dinámicas mentales y emocionales que se activan siguen siendo significativas, pero están más centradas en el proceso de curación emocional y mental. Profundizando en esta cuestión, aquí te explico cómo se manifiestan ambos escenarios:

«Me quiero curar» en Terapia Psicológica

Al decir «me quiero curar» en terapia psicológica, afirmas tu deseo de sanar y tomas responsabilidad por tu bienestar emocional, lo que refuerza tu sentido de autoeficacia y fortalece los circuitos cerebrales de motivación y autorregulación. Esta afirmación aumenta tu compromiso con la terapia , haciendo que seas más receptivo y abierto al proceso, lo que puede mejorar su eficacia. Además, te ayuda a desarrollar mayor resiliencia emocional y fortalece la relación terapéutica , estableciendo una colaboración más efectiva y equilibrada con el profesional que acompaña el proceso.

«Quiero que me curen» en Terapia Psicológica

Al expresarte de esta forma creas una mayor dependencia en el terapeuta como fuente principal de curación, lo que puede disminuir tu sentido de control sobre tu bienestar emocional. Esto puede reducir la activación de los circuitos de autoeficacia y aumentar la dependencia de expectativas externas. La relación terapéutica puede volverse más jerárquica , con el terapeuta visto como una figura de autoridad, lo que podría limitar tu crecimiento personal y autonomía emocional. Si confías en el terapeuta, puede haber un efecto positivo de placebo, pero si la curación no es rápida, podría generar frustración, desmotivación y mayor ansiedad , afectando negativamente tu proceso de recuperación a largo plazo.

En resumen, cuando en el contexto de la terapia psicológica decimos «me quiero curar», estamos tomando un rol activo en nuestro proceso de sanación , lo que puede potenciar nuestro crecimiento personal y fortalecer la relación terapéutica de manera colaborativa . Por otro lado, cuando decimos «quiero que me curen», tendemos a poner el foco en el terapeuta o en el proceso externo, lo cual puede generar una dependencia que, si bien puede ser útil temporalmente, podría limitar nuestro empoderamiento personal y la percepción. . . . . . . . . de control sobre nuestra propia recuperación emocional a largo plazo.

«Solamente quien está en sintonía con su pasado también está libre para un futuro». Esteban Hausner

 

La sanación y el pensamiento sistémico.

T enemos tres importantes formas de sanar (como hemos visto anteriormente), la primera es la intrapsíquica: «Todo para sanar está dentro de mí». Tenemos la capacidad para utilizar nuestros recursos internos, como la resiliencia, la autorreflexión y la autocompasión, para sanar emocionalmente. Por otra parte, existe la regeneración de células o la neurogénesis (generación de nuevas neuronas) que son procesos biológicos que ocurren en el cuerpo, pero que no son directamente controlados por el pensamiento consciente o las creencias. Es decir, poseemos más recursos de los que pensamos habitualmente.

La segunda es la relacional, de ahí la importancia del rol que tomamos con el terapeuta o doctor, como hemos visto anteriormente. Conozco a pacientes que les pueden dar la vuelta a sus psicólogos de una forma pasmosa. Nuestras creencias nos limitan en la mayor parte de nuestra experiencia vital: El «puedes» o «no puedes» es muy profundo y determinante. No en vano a los clientes de la consulta psicológica se les denomina pacientes, pero también es cierto que no podemos sanar sin la ayuda de los demás , ya sean de un tipo u otro. Por otro lado, es esencial reconocer que la sanación rara vez ocurre en aislamiento. Los seres humanos somos inherentemente sociales, y nuestrasrelaciones interpersonalesson fundamentales para nuestro bienestar emocional y mental. Lasanación relacionalimplica no solo la interacción con profesionales de la salud, sino también con amigos, familiares y comunidades de apoyo. Estas relaciones proporcionan elsostenimiento emocional, el apoyo y la validaciónnecesaria para superar desafíos personales.

«El mismo amor que estando ciego lleva a la enfermedad, también puede llevar a la solución cuando comienza a comprender». Bert Hellinger

La tercera es la sistémica, la holística , la que considera al individuo como parte de un sistema más amplio, ya sea una familia, una comunidad, un entorno social o incluso un sistema interno compuesto por diferentes aspectos psicológicos y emocionales. Este enfoque reconoce que la salud y el bienestar de una persona no dependen únicamente de factores individuales, sino también de las dinámicas y relaciones dentro de los sistemas de los que forma parte, es decir, de lo invisible, de lo que habitualmente no se ve. . . Se trata de una radiografía o una resonancia magnética en el interior de la psique y el alma de la persona.

Muchas veces, al hablar de lo sistémico, se cita a Aristóteles con su «El todo es más que la suma de las partes». Y yo creo que no es completamente cierta esta frase porque también habría que incluir las partes que no vemos o que no conocemos para llegar al Todo. Lo que quiero decir es que para sanar de esta forma hay que querer con toda la voluntad conocida y algo de la que no conocemos. Y al querer sanar sistémicamente lo que estamos haciendo es incluir todo lo anterior, ya no es sólo lo que me pasa, sino de dónde viene, que patrón físico o psíquico estoy llevando como carga «amorosa», t anto si lo sé como, en la mayor parte de las ocasiones, si no lo sé.

Para mi la palabra mágica en estos procesos de sanación es la integración de todo y, especialmente siendo conscientes de que generalmente nos queremos sacar de encima el dolor, la enfermedad. ¿Es por eso por que cambiamos de terapeuta, de médico o de curso con celeridad?

Por ejemplo, el miedo es una emoción presente en todo proceso de malestar o enfermedad y ¿qué hacer con ello? ¿Cómo enfrentarlo? O mejor dicho ¿cómo integrarlo para no sucumbir a él? Para mi, al querer sanar en lo sistemico el miedo se acrecienta porque jugamos con elementos que no dominamos, pero quizás sea esa la mejor forma de hacernos con nuestro poder individual.

«Quiero sanar en lo sistémico» implica un proceso de curación que abarca tanto nuestro bienestar individual como nuestra relación con los sistemas de los que formamos parte . Es un enfoque que reconoce la interconexión entre nuestras experiencias personales y las dinámicas más amplias en el entorno, y busca armonizar esas relaciones para lograr una curación más profunda y duradera. Este proceso te empodera para influir positivamente en tu vida y liberarte de patrones disfuncionales, promoviendo así una resonancia de bienestar que beneficia tanto al interesado en esa sanación como a las demás personas de su sistema.

No solo hay que elegir una vía de curación: Están todas a tu alcance, y hoy más nunca.

Si quieres conocer o participar en los procesos de sanación que hacemos a través de las Constelaciones Sistémicas entra en este enlace .

 


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