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Que el presente nos hace felices es una afirmación que me gusta demostrar. Y, como hice en el post anterior, me gustaría seguir hablando de lo que nos impide llegar a la autorrealización en esta vida.

El otro día fui a comprar unos cereales para mi hijo y me encontré con una tienda que vendia más un centenar de ellos. La oferta era tan extensa que tenía que probar todos o conformarme con lo que me ofrecía el vendedor. Esto fue lo que hice y mi hijo los rechazó.

El presente nos hace felicesEsta idea de “tener de todo” como símbolo de libertad (“para elegir”, únicamente) nos aleja del presente.

Nos proyecta hacia un futuro llenos de expectativas. Y, como sabemos, son las expectativas las que nos alejan del presente produciendo frustración, necesidad de control y angustias.

Hoy puedo elegir más y más cosas, como los cereales, para ¿qué? Para alejarme de quién soy y de lo que mi alma anhela, que es algo bastante diferente a las pertenencias.

Parece mentira que, después de pasar esta grave crisis (¿la hemos pasado ya?) aún nos refugiemos en el “tener” antes que en el “ser”. O en el consumir, que es el síntoma del vacío que vivimos, como opinaba Erich Fromm.

¿Es que no hemos aprendido? La felicidad vuelve a ser un objeto de de consumo del mañana.

El presente aún no basta y el conocerse no es un fin ansiado para todos.

Hace tiempo se popularizó el término de “cultura del Kleenex” ¿alguien se acuerda? Se trataba de vivir bajo una forma de vida del “usar y tirar”, especialmente en las relaciones de pareja. Hoy es aún más dramático. Hoy necesitamos lo que queremos para ayer. La inmediatez del momento actual nos ha llevado a tener relaciones de consumo rápido, de kleenex, en nuestros días.

No estoy poniéndome tradicional en este post, solo quiero inspirar para la reflexión sobre la calidad de nuestras relaciones en la época de las redes sociales. Fromm consideraba que no podía haber felicidad en la actitud de consumidor compulsivo,  para él, la felicidad estaría ligada con un sentimiento de plenitud, no en la forma de un vacío que debe llenarse.

Solo resaltar que los índices de depresión van en aumento en esta sociedad del ocio, de la diversión.

Y ¿qué está sucediendo con las nuevas generaciones que están acostumbradas a deshacer en la pantalla digital lo escrito? Ya no emborronan los cuadernos; es más, no existen los cuadernos. Ha desaparecido el “borrón y cuenta nueva” como forma de aprendizaje.

Estas generaciones que viven eliminando aplicaciones en el móvil y sustituyéndolas por otras más estimulantes o modernas ¿sabrán vivir el presente como filosofía vital? Estas personas que deshacen lo escrito en un word, ¿creerán que pueden hacer desaparecer su huella en el camino?

Es curioso que no encontremos fácilmente la felicidad cuando podemos borrar los que no nos satisface y encontrar algo mejor en el futuro. ¿Un smartphone mejor, una pareja mejor?

¿Qué hay de felicidad en el poliamor, las parejas asexuales, los swingers o el Living Apart Together (LAT)? ¿Cuánto hay de deseo insatisfecho por el presente que no es tan estimulante como un futuro soñado? Esto de la sexualidad o diferente formas de pareja actual es como ese supermercado de cereales, tengo donde elegir, uso mi libertad para probarlo todo y , finalmente, me he evadido de quién soy yo verdaderamente.

No, no es facil, no vivir de las expectativas que esta sociedad “seductora” nos ofrece.

El primer post sobre el tema lo puedes encontrar aquí.

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