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La verdad no la encuentras en los libros ni en la huida de ti mismo, la encuentras en el profundo misterio de tu energía sexual.

Alejandro Jodorowsky

La mediocridad se elige.

Desde hace años que disfruto de los escritos de Jorge Wagensberg y me siento muy cercano a su forma de ver el mundo y la capacidad humana de ser creativos.

En un artículo publicado en El País, opina que hay colectivos que funcionan y otros que no, que hay sociedades que funcionan y otras no, e incluso países que funcionan y otros que no.

Para él, lo que consigue que un colectivo funcione, lo que permite el triunfo o fracaso de una sociedad, radica en los valores individuales, el conocimiento, en la tradición y en la cultura que permiten que se produzcan encuentros y avancemos colectivamente.

En su visión para que el progreso continúe, plantea asomarse al conflicto humano entre dos conceptos extremos e inseparables: la creatividad y la mediocridad. El mediocre sabe que lo es porque ser mediocre es una decisión personal, dice el científico, afirmando que el mediocre no desea descubrir ese talento que todos llevamos dentro.

Está claro que el mediocre que lea esta afirmación dudará o negará que el mismo posea este talento, como tantas veces se lo habrá negado y hará lo mismo con todos los que le rodean. o quizá no, y salve a algún artista lejano.

Sin embargo, todos poseemos la capacidad creadora, nacemos con ella. Lo que haya sucedido en nuestro pasado, tanto social como familiarmente, es significativo pero no decisivo a la hora de elegir ser mediocre. Todos estamos en un tris de caer en la mediocridad, es más laxa, más fácil.

La diferencia entre las personas que usan su creatividad y los que no la usan no reside en la inteligencia tal como ésta se mide en las pruebas de inteligencia, sino en su capacidad empática, en desde donde nos relacionamos con los otros  y somos los dueños de nuestro destino, con un alto conocimiento de nosotros mismos. 

Todos estamos en un tris de caer en la mediocridad, es más laxa, más fácil.

Es mucho más fácil seguirse a uno mismo que trabajar para un proyecto de la índole que sea, poner las energía en algo que nos permita crecer tanto como persona o como profesionales.

Y no hablo ya de algo que nos haga transcender como personas, sino de algo que nos ilusione, motive o mueva interiormente.

El mediocre que elige este personaje, elige  no crecer, es un niño que aún no ha desarrollado su empatía.

Es aquel que se ríe de los demás y de su desgracia, esto tan español, el que se burla de las imperfecciones de los demás.

El mediocre se piensa perfecto o desea alcanzar la perfección. Y, como niños, son amantes de la destrucción y no de la construcción. Wagensberg dice: Construir es ir de cualquier parte a una parte muy especial, y para ello hay que invertir tiempo, talento y esfuerzo; destruir es ir de una parte muy especial a cualquier otra parte, y para ello no se requiere absolutamente nada.

El mediocre no ve la película completa, no tiene perspectiva ni de su vida ni del mundo, se conforma con lo inmediato, con el caramelo rápido, y no espera la recompensa del trabajo bien hecho, ni la del esfuerzo.

Sistémicamente los mediocres son unos excluidos de si mismos y solo encajan en un sistema de mediocres.

Por lo que excluyen a los que son diferentes y desean serlo, a los que ven la posibilidad del cambio y trabajan para ello. Los que se transforman.

Los individuos creativos parecen estar relativamente liberados de prejuicios y convencionalismos, y no les interesa particularmente lo que sus semejantes o cualquier persona piensen de ellos.

Tienen poco respeto por las tradiciones y reglas establecidas y por la autoridad en lo referente a su campo de actividad, prefiriendo fiarse de sus propios juicios. 

Se dice asimismo que los varones creativos obtienen a menudo resultados altos en los tests de “feminidad”, lo cual indica que tienen una mayor sensibilidad y son más conscientes de sí mismos y más abiertos a la emoción y a la intuición que el hombre medio de la cultura occidental.

Sistémicamente los mediocres son unos excluidos de si mismos y solo encajan en un sistema de mediocres.Dice  Wagensberg en su último libro que la creatividad es la principal fuente de autoestima y de equilibrio mental. Lo que destaca de las personas creativas es su confianza en sí mismos, su coraje, la flexibilidad, la alta capacidad de asociación.

También su capacidad intuitiva, así como la crítica, así como su imaginación, la curiosidad intelectual y las características afectivas de sentirse querido y protegido.

Tienen soltura y libertad, entusiasmo y tenacidad. Y se destacan por su profundidad.

Los mediocres destacan también por un racionalismo extremo, y un enfoque superficial.

Poseen falta de confianza y poca motivación. Escuchan poco y respetan excesivamente a la autoridad. Tienen un talante no crítico, no observador.

Y, de esta forma, al convertirme en mediocre acallo mi conciencia, es decir, sigo a la masa.

Ya se sabe que existe la fuerte creencia de que “al que sobresale en este mundo se le corta la cabeza”, luego es preferible callar ante las opiniones de los demás, silenciarse ante los primeros vaivenes. “Las ideas hay que llevarlas por dentro”, me aleccionaba mi padre y afortunadamente no le seguí en eso.

Afortunadamente sobresalí y me convertí en creativo y creador, finalmente, de mi vida. Hoy me dedico a acompañar a aquellos que desean salir de esa mediocridad vital para vivir en esta época de incertidumbres tan creativas.  

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