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Lo que niegas, te somete. Lo que aceptas, te transforma.
C.G. Jung

El concepto jungiano de nuestra sombra es ya muy popular. Consiste, en un primer lugar, en todo lo que hemos ido ocultando y negando desde la concepción, la vida prenatal y en adelante, es decir, lo inconsciente. Es una zona oscura donde se han reprimido, por nuestra educación y cultura, instintos, deseos, sueños, e impulsos incivilizados.

En un segundo lugar están todas las fantasías, frustraciones y resentimientos que hemos desarrollado  nosotros mismos y que se encuentran en nuestra mente consciente, pero que deseamos relegar al olvido. A ambos, los hemos ido excluyendo de nuestra propia autoimagen, es decir, de cómo nos vemos a nosotros mismos.

Los hemos depositado en un lugar al que no accedemos porque no nos gusta vernos en ese comportamiento, en ese «personaje». Nuestro ideal se ve perjudicado y atacado por esas motivaciones que consideramos moralmente inferiores para nosotros, para la imagen del «personaje ideal» que nos gusta creer que somos. Básicamente, no presumimos de lo que no nos gusta de nosotros.diferentes personajes de nuestra sombra

Sin embargo, dentro de nosotros tenemos todo tipo de comportamientos, los que nos gustan y los que no nos agradan tanto. Incluso los oscuros y secretos.

Los diferentes «personajes» que hemos interpretado desde niños se han quedado dentro de nosotros.

¡Y los hemos interpretado todos! Los violentos, los apasionados, los mecánicos y fríos, los destructivos, los románticos, los mentirosos y los seductores, entre otros cientos.

Hemos experimentado todos los caracteres de esos personajes hasta que nuestros padres y educadores  nos dijeron que dejáramos de hacerlo, obligándonos.

Ellos fueron adaptando nuestras conductas para que pudiéramos vivir en la sociedad y, así, todo aquello fue quedando en el olvido de la mente inconsciente.

Todo lo que hemos reprimido por restricción mental, o por la sociedad, ha quedado en esa parte y aparece en los sueños o cuando lo vemos en los demás y reaccionamos emocionalmente.

Iluminar nuestra Sombra

Nosotros, seres inmaculados al ser concebidos y al nacer, nos hemos ido oscureciendo por tantos mandatos que han ido liquidando partes que también están en nosotros. La incapacidad de enfrentarnos a la autoridad, el desacato, la rebeldía, el instinto sexual reprimido, todo aquello que posiblemente haría desconectarnos de la sociedad y perder el sentimiento de pertenencia, forma parte de la zona oscura.

Y esta palabra, Sombra, es el arquetipo del  inconsciente colectivo del que habla Carl Gustav Jung. Para él, Sombra es el nombre del aspecto inconsciente de nuestra personalidad, caracterizado por rasgos y actitudes que el Yo consciente no reconoce como propios.

Y los rechazamos, pero no desaparecen, y cuando los vemos es precisamente cuando los detestamos en los demás. Ese  mecanismo de proyección de nuestros propios aspectos en el otro es un arma poderosa para poder entender de qué hablamos cuando queremos definir la Sombra.

Es como si tuviéramos a los personajes de los dibujos animados, el ángel, la luz, y el diablo, la oscuridad, en la totalidad de nuestro ser. El diablo es ese que suele aparecer en los sueños, sala de proyecciones de la mente inconsciente.

En el teatro existen las figuras del protagonista y la del antagonista, que luchan en un conflicto dramático para conseguir la victoria. Entre nuestra parte luminosa y oscura existe la misma pelea. Los asuntos de la sombra, sus personajes, los desterramos a otro lugar y no los deseamos iluminar para no tener problemas.

De esta forma creemos que la fuerza protagónica, la luz, ganará en el combate. Sin embargo, la exigencia de nuestro propio antagonista, la sombra, aparece para mantenernos a distancia de los demás y crear en nosotros un odio hacia los que muestran nuestros comportamientos reprimidos.

¿Será oportuno conocer a estos personajes para acercarnos a los otros?

Prefiero ser un hombre completo antes que un hombre bueno, afirmó Jung, resaltando que no quería dejar de lado su lado oscuro, sus instintos reprimidos.

Ahora, imagina que todos tenemos nuestro Doctor Jekyll y nuestro Mr. Hyde y que a éste le permites salir de día, ¿qué sucedería? ¿Te acercaría o te alejaría de los demás? El hombre bueno del famoso psicoanalista es una persona incompleta, y creer que la vida es sentirnos en la luz pero incompletos no nos permite crecer como humanos.

Estas dos , o más partes, son enteramente mías y me pertenecen. Son tan propias que hasta me hacen entrar en conflicto con el otro. Pero  no puedo tomar solamente un fragmento de mi vida. Esta me viene dada por entero y no puedo pretender evolucionar como ser humano sin estar completo.

A lo largo del día todos nos ponemos diferentes máscaras en función del papel, del «personaje» que estamos representando. Y generalmente elegimos unos cuantos del pequeño trozo de nosotros mismos que tenemos iluminado.

Esto nos limita, nos empequeñece, y al mismo tiempo, pareciera que nos acerca a los demás ya que nos vamos adaptando a sus necesidades, a las normas sociales.

iluminar nuestra sombra¿Estás pensando que para hacerte completo podrías iluminar a esos personajes que transitan en tu Sombra?

¿Puedes darles nombre, identificar su manera de pensar, de sentir, de expresarse y de moverse?

Con esto no quiero decir que tengas que obligatoriamente sacarlos al escenario de la vida, pero si re-conocerlos, vivir con ellos de una forma valiente, con coraje.

Al admitir que son parte tuya quizá llegar a aceptarlos y amarlos. Así también seduces tus partes oscuras.

Quiero compartir contigo que una de las experiencias más reveladoras de mi vida fue hacer consciente una parte de mi Sombra y sacarla a la luz delante de todos. Imagina mi miedo antes de tomar la decisión y mostrar un comportamiento mío vergonzoso, uno que me quería ocultar a mí mismo para ser un hombre bueno.

Mi temor era a la reacción de los demás, a sentirme rechazado y no querido. Sin embargo, sucedió lo contrario y aún estoy sorprendido. Ando perplejo porque no solo no hubo reacción negativa, sino porque no ha aparecido más. es como si se hubiera diluido en mi persona.

Lo que aceptas te transforma, dice Jung, pues en mi ha sucedido, me he convertido en otro.

Podemos elegir cómo queremos jugar el juego de la vida. Unos cuantos personajes no son nuestra verdadera identidad, somos más que eso. Somos personas que tenemos creencias, expectativas, necesidades, deseos, emociones, temores y secretos.

En el fondo de todo ser humano está la necesidad y el deseo de amar y ser amado, querido y aceptado. Cuanto más grandes son nuestros secretos, mayor es el temor a ser rechazados por aquello que ocultamos, y mayor fuerza cobran los personajes que se encargan de protegerlos. Cuanto más nos ocultamos, más lejos estamos de vivir con autenticidad.

Afirma Jung que lo que no se hace consciente se manifiesta en la vida como destino. Ser yo completo me permite saber que los demás también son como yo, y de esa forma, sentirme libre de tener que interpretar siempre al hombre bueno.

(Extracto del libro El Arte de la Seducción)

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