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Las Constelaciones Familiares en mi Vida.

Hace ya doce años asistí la primera vez a un taller de fin de semana de Constelaciones Familiares, guiado por mi coach y  maestra, con la firme convicción de que mis problemas de comportamiento y de relaciones provenían de mi pésima relación con mi madre y me propuse sanarla.

Mi primera sorpresa fue grande cuando me encontré en un lugar abierto con unas cuarenta personas y una gran cantidad de paquetes de pañuelos de por el por el suelo. La segunda fue que cada vez que alguien me elegía de «representante» para «encarnar» a algún familiar, todos ellos me escogieron de hijo en conflicto con «su padre».

Yo no lo podía creer, ¡si para mi estaba bien claro que mis «problemas» provenían de mi madre…!

taller de constelaciones familiares

Claro está que en un nivel psicológico esta premisa era cierta y lo que yo no sabía era que existían otros niveles de conocimiento bastante más profundos: el Sistema Familiar, la Psicogenealogía, la Metagenealogía y las Constelaciones Familiares de Bert Hellinger.

Todas ellas van vas allá de lo que a simple vista puede ser la historia de cada uno de nosotros e indice en los efectos que los excluidos o el desorden jerárquico en una familia pueden causar en cada unos de nosotros. Y no solo eso, sino cómo se pueden reintegrar en la familia y en nuestro corazón.

Muchos de estos temas ya han sido tratados en  posts de este blog : Sesiones Individuales de Constelaciones,  Psicoescena y Abrazos Sistémicos, entre otros, por lo que no vamos a desarrollar de nuevo los famosos Órdenes del Amor de Hellinger

(El orden de procedencia o ley de jerarquía, la ley del equilibrio y la de pertenencia)

A través de la Constelaciones descubrí  que mi amor ciego hacia mi padre y a mi abuelo paterno me impedía tener un acercamiento a las mujeres de una forma sana, incluida  mi madre.

Mas tarde averigüé que el éxito no lo digería por motivos sistémicos y que mi relación con el trabajo dependía muy mucho de mis creencias heredadas, de mi propia experiencia familiar y de la herencia sistémica, que era la que no me permitía avanzar profesionalmente.

Sinceramente, aquello no fue fácil de digerir, en un primer lugar me pareció un planteamiento bastante «conservador y poco moderno», nada adecuado a los «tiempos que vivíamos».

Aquello del «amor ciego» de los hijos hacia los padres y lo de incluir entre mis parientes a los abortos (no solo los míos, sino los de mi familia) y a los perpetradores y las víctimas de esta, sobrepasaba mis creencias del momento.

Y fue sólo viendo los cambios en mi vida cuando fui aceptando esta diferente realidad.

Luego fueron aparecieron conceptos como aquel que dice que el Sistema Familiar «no es justo». Y esta ocasión tampoco fue fácil de aceptar que, después de tantos años ocupados en buscar la justicia social y el equilibrio entre los individuos de una sociedad, todo ello fuera a parar a un segundo nivel cuando se trataba de sanar a personas.

Posteriormente fue verdaderamente hermoso descubrir que el Sistema no es justo, ni puede serlo, porque su principal objetivo es el de procurar la Vida y la Vida es una fuerza mucho más poderosa que nosotros mismos y que todas nuestras creencias.

Lo que si fue fácil de comprender es que estas Leyes Sistémicas pertenecen al ámbito de nuestra mente inconsciente y que se hacen conscientes cuando comenzamos a sentir sentimientos de culpa. Que se crean en nuestro inconsciente por el deseo de pertenencia a la familia, la cual tiene unas reglas.

Este deseo en los niños es una necesidad, ya que pertenecer es lo mismo que sobrevivir.

Así cuando nos convertimos en adultos y no seguimos las reglas del nuestro sistema familiar lo que tenemos en el lo más profundo de nuestro ser es el mismo miedo a morir que tuvimos de niños.

Así, si mi padre está irritado, yo también lo estaré por y para pertenecer a esta familia y de esa forma me convertiré en un “buen chico», independientemente de lo que haga en mi vida ya que cumplo con esa herencia y ese destino. Si mi madre es una mujer sufridora, yo también me comportaré de la misma forma por la misma necesidad de pertenencia creando así una identidad al margen de mi individualidad.

Aunque pudiera ser que yo hiciera lo opuesto y que al ser diferente mi conducta de la de mi grupo, de su ámbito, me sienta culpable. Fue muy bello descubrir que para Constelaciones esto tiene que ser así, este sentimiento de culpa va existir siempre, ya que nosotros no podemos devolver a los padres lo que nos dieron, no le podemos devolver la Vida y eso nos va a hacer sentir siempre un poco culpables.

Que la única forma de devolverles algo, es decir, al Sistema, es dando Vida (hijos o algún hecho creativo hacia los demás).

Las Constelaciones Familiares, de Peter Bourquin

Las Constelaciones Familiares, de Peter Bourquin

Las raíces del amor, de Svagito Liebermeister

Las raíces del amor, de Svagito Liebermeister

Por ello en esta terapia no hay que resolver, solo comprender, aceptar lo que ocurrió y honrar a quienes nos antecedieron. En una Constelación podemos ver el dolor de los demás, pero nunca podremos modificar lo que ocurrió y eso no es fácil  de aceptar.

Y esta es la acción poderosa de Constelaciones Familiares: Imágenes que sanan, comprensión que lleva a la compasión y de allí al verdadero Amor.

Hellinger afirma que donde está la herida está la sanación y esto requiere de una acción, la acción de ir y mirar esta herida.

Yo lo hice y comprendí que la verdadera tragedia es la de las personas que no actúan, y que la Vida está al lado de quienes deseamos tomar las riendas de nuestro destino.

Para saber cuál es el próximo taller que realizaré, consulta el calendario.

También  te invito a que asistas a un taller donde, próximamente, vamos a trabajar desde esta perspectiva. Si estás interesad@ ponte en contacto conmigo . Muchas gracias.
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